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En todas partes es igual

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Siempre hemos tenido la percepción de que en nuestro país la justicia que se imparte en los tribunales muchas veces no es la correcta, pues arrojan sentencias dudosas y arbitrarias que motivan a expresiones populares como: “Esto, solamente ocurre aquí”, “Si fuera en Estados Unidos, o en Europa, otra cosa sería”.

¡Qué equivocados estamos! La realidad es que la justicia que se imparte en los países del primer mundo, en muchas ocasiones es tan injusta, llena de desafueros, absurda y, hasta oscura como  la que vemos en las naciones llamadas tercermundistas. 

Como ejemplos, vamos a recordar hace apenas un mes el caso del norteamericano Troy Davis, quien  luego de pasar 20 años en prisión, fue ejecutado por el supuesto asesinato de un policía blanco, que según gran parte de las pruebas presentadas él no cometió.

Es decir, Troy recibió la pena máxima, pese a los indicios suficientes de su inocencia. En Estados Unidos dicen que el haber sido negro pesó en su contra, porque son precisamente las personas de piel oscura quienes cargan el mayor índice de sentencias a la pena de muerte en Estados Unidos.

Hasta el ex presidente Jimmy Carter se refirió a este caso en particular expresando: “Si  un ciudadano nuestro puede ser ejecutado con tantas dudas en torno a su culpabilidad, entonces la sentencia de pena de muerte en nuestro país es injusta y obsoleta”.

En Italia, la semana pasada fueron puestos en libertad una joven norteamericana y su ex novio italiano quienes estaban acusados de asesinar a una estudiante británica.

Amanda Knox y Rafaelle Sollecito, presuntamente fueron los protagonistas de un crimen que durante cuatro años acaparó la atención mediática en Estados Unidos y Europa.

Ahora,  el mismo juez que les concedió la libertad, sorpresivamente aclaró al  termino de la audiencia que: “Aunque hayan sido absueltos, es posible que ellos sean culpables del asesinato de Meredith Tercer”, pero que no tenían las suficientes pruebas para condenarlos.  Sin embargo, al negro africano Rudy Guede, acusado de violar a la víctima, le cantaron 16 años de prisión, mientras que a los supuestos asesinos, blancos y bien parecidos,  los dejaron en libertad.

La Knox supuestamente fue quien le asestó más de 10 puñaladas  a la Kercher.

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