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Estampida haitiana

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>Estampida haitiana

Hace un tiempo escuché decir a alguien que siendo presidente el doctor Joaquín Balaguer, en una ocasión en que Haití necesitaba arroz, el mandatario le pidió a su secretario de Agricultura de entonces que enviara el cereal a ese pueblo donde había escasez de alimentos.

Pasaron un par de días y, según se cuenta,  el secretario de Agricultura no había enviado el arroz a Haití, por lo que nuevamente Balaguer le llamó y, muy molesto, le dijo: “¡Carajo!, ¿no le dije que enviara arroz a Haití,  o que usted quiere, que los haitianos vengan aquí a buscarlo?”.

A Balaguer, un hombre a quien la historia  puede juzgar de múltiples maneras, no se le puede negar que fue un político  de gran sabiduría y experiencia.

En cuanto  a las relaciones dominico haitianas,  siempre trató todo lo relacionado con este asunto con firmeza y, a la vez, prudencia.

Esta breve anécdota es simplemente para relacionarla con las noticias que nos han llegado en las dos últimas semanas referentes a que en Haití se han producido estampidas por varias causas, entre ellas, debido a que el mercado bilateral entre esa nación y la nuestra no está funcionando como de costumbre, pues existen  problemas surgidos luego del brote de cólera que se ha producido en territorio haitiano que ha dejado sin vida a más de 500 personas,  cifra que puede extenderse aún más.

De continuar las estampidas en Haití, la situación puede tornarse peligrosa, pues sus ciudadanos llevan casi un año sufriendo  todo tipo de necesidades. No tienen techo, comida, están enfermos, desesperados, y  no se van a tirar al mar; entonces, ellos pueden querer penetrar de manera violenta a territorio dominicano.

Entonces, lógicamente habrá represión, y las naciones poderosas aprovecharán la oportunidad para crear internacionalmente y de manera maliciosa, una mala imagen de los dominicanos, como abusadores, despiadados y racistas; igual han hecho con los árabes, que los han etiquetados a todos como terroristas a través de una maquinaria de importantes medios de comunicación capaz de lavar los cerebros de esos millones de tontos quienes se creen  todo lo que ven y escuchan, pues no tienen la capacidad de formularse una opinión propia.

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