Es visible la arrabalización de la ciudad de Santo Domingo, llamada la Primada de América y nombrada recientemente “Ciudad Cultural”, al que  debe agregársele el título de “Ciudad Colmadón”  por la proliferación de estos negocios que de manera abusiva se extiende por todas partes, sin respeto a la ciudadanía.

Los colmadones están por todos lados e incluso se han instalado bares extraños, hasta sin nombre,  de manera ilegal, en parqueos de edificios familiares donde colocan sillas, mesas y equipos de música burlándose de las regulaciones municipales sobre el uso del espacio urbano. Así se aprovechan de la aparente y tremenda permisividad del Ayuntamiento del Distrito Nacional,  institución que sabe muy bien lo que sucede en torno a esto, pues las quejas son muchas, sin embargo se hacen de la vista gorda, sabrá Dios por cuáles razones. Una corriente de rechazo a los políticos dominicanos está tomando fuerza, principalmente en la juventud, que se siente  asqueada del comportamiento indigno de la gran mayoría de los componentes de esa clase.  

Hay quienes piensan, sobre todo los políticos, que en nuestro país ya no existen personas con ideales patrióticos, morales etcétera; que al pueblo nada le importa y que a los jóvenes sólo les interesa divertirse a como dé lugar, pero esto no es así. Hay muchos jóvenes valiosos, con preocupaciones sociales, que no están dispuestos a aceptar a tanta gente maleada como la que hay dentro de la maquinaria política. La gente está harta de engaños, y es muy posible que esto quede patente y evidenciado en las próximas elecciones. Muchos ciudadanos afirman que no votarán por “ninguno”, pues la credibilidad de casi todos los candidatos en dicha contienda electoral, está bajo cero.

Hace unos meses dije que nuestro país se había convertido en refugio de centenares de peligrosos delincuentes extranjeros, algunos de ellos jefes de mafias italianas y colombianas. El comentario queda reafirmado, la semana pasada salió a relucir que un supuesto mafioso de nombre Severo Loconsolo, vive aquí.