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La plaga de los colmadones

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>La plaga de los colmadones

El editorial del periódico HOY titulado: “Contaminación sonora”, una vez más denuncia y pone en el tapete público el gran problema que enfrenta la sociedad dominicana, especialmente los capitaleños, con los llamados colmadones.

Es mucho lo que se ha escrito y publicado en torno a esta lacra social,  pero ha sido como clamar en el desierto, pues las autoridades que tienen en sus manos hacer valer las leyes, no  aplican las regulaciones que rigen al respecto.

Personalmente, me vi reflejada en tan valiente editorial. Llevo años soportando un colmadón que ha ido pasando de mano en mano, bajo el nombre de un “liquor store”, además de un supuesto bar fonda, de unos cubanos, levantado -me imagino- sin permiso legal, y  pese a que el Ayuntamiento tiene conocimiento de su existencia, nunca ha hecho nada.

Lo mejor de todo es que ese bar fonda, cuyo nombre es un misterio, está situado en el espacio  donde anteriormente estaban  colocados los tanques de basura del edificio.

Los viernes en la noche son un verdadero desastre e incluso en varias ocasiones los cubanos se dieron el lujo de montar en la acera un karaoke al aire libre y cantar hasta tarde horas de la noche, todo un escándalo   que goza de impunidad, pese a  las quejas que se han elevado ante distintas autoridades.

El supuesto bar fonda y el colmadón, están ubicados de manera ilegal en un edificio familiar de unos veinte apartamentos, situado en la calle que lleva el nombre del sacerdote Emiliano Tardif, esquina Luis F. Thomén, a pocos metros de Casa de la Anunciación y sin embargo,  nada sucede  pese a la ley que prohíbe establecer negocios en lugares que originalmente fueron construidos para viviendas familiares.

Amén de la devaluación de todas las propiedades del área, ellos se apropian de las aceras colocando sillas y mesas como si fueran los dueños de las calles, los ruidos, las palabrotas, las trifulcas y necedades de los borrachos,  mantienen intranquilos y angustiados a todos los que viven cerca de estos establecimientos, situación que ha originado que personas decentes, residentes fundadores del sector, hayan tenido que abandonar sus hogares.

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