Las imágenes de centenares de niños muertos en Siria, víctimas de gases venenosos, reafirma la creencia de muchos, que ciertamente nuestro planeta está en manos de dirigentes de mentes diabólicas, capaces de ejecutar las barbaridades más horrendas con la finalidad de alcanzar objetivos nefastos entre ellos riquezas sin límites que les permita un poder mayor para controlar y aplastar a naciones, a sus gentes, que no se doblegan ante tantas ignominias.

Hay que tener muy poca sensibilidad humana para no conmoverse con las imágenes de más de mil niños de diversas edades, entre ellos bebés, envueltos en mortajas blancas colocados en hileras, en una calle de Siria, todo un holocausto infantil, que dudo que quede impune ante los ojos de Dios.

Los autores de este crimen son bestias monstruosas capaces de atacar poblaciones civiles con gases químicos. Una cobardía que lleva a pensar a que toda la humanidad  puede ser víctima de ataques similares. Poblaciones asfixiadas con gases venenosos que ya han sido usados en diversas ocasiones, incluso se dice en la guerra de Vietnam, lo que nos da una idea de cómo podrían ser las próximas guerras, entre ellas, una mundial. Ya no son necesarios los artefactos de guerra sofisticados en general, pues sin ningún tipo de ruido, sin tener que dañar edificaciones ni nada por el estilo, simplemente se puede exterminar al enemigo con químicos.

Los autores de las matanzas en Siria, no está claro, las contradicciones entre los bandos enemigos no dejan mucho margen a la verdad. Unos acusan a militares leales al régimen del presidente Bashar Al Assad, y otros a los mercenarios infiltrados en el grupo de opositores de ese gobierno que luchan dentro de un escenario de guerra civil. 

El gobierno Sirio del dictador Al Assad, está apoyado por Rusia y China, mientras que el bando de civiles llamados en este caso “rebeldes”, con sus mercenarios infiltrados que también tienen una gran presencia en las llamadas revoluciones árabes y en conflictos a la zona, están apoyados por las potencias de Occidente e Israel.

 Todos esos bandos, sin excepción, buscan intereses comerciales, poder controlar toda esa región de países árabes, que también algunos desean desestabilizarlos para debilitarlos, incapacitarlos para que no puedan nunca atacar o enfrentarse con sus enemigos.  Mientras tanto, miles de civiles, principalmente mujeres y niños mueren a diario en esos países huérfanos de compresión y solidaridad mundial.