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Ni rezando una se salva

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>Ni rezando una se salva

A nadie, o a casi nadie, se le ocurriría pensar que va a sufrir un asalto dentro de una iglesia, pero, lamentablemente sucede. Los casos son varios, ocurridos en templos situados en diferentes zonas de esta ciudad afectando a las mujeres, quienes son vistas por los delincuentes como las más indefensas.

Como andan los tiempos,  nada es imposible. Los atracadores andan por doquier. Ellos saben bien donde actuar, en lugares vulnerables, que normalmente no tienen ningún tipo de vigilancia, como son las iglesias, las que deberían contar con la presencia de agentes del orden público en los horarios de la misa o cualquier otra actividad religiosa.

Hasta han sucedido  casos en los que el asaltante ni siquiera esperan para cometer su fechoría estar  fuera del recinto religioso, sino que actúan dentro de la misma iglesia sorprendiendo a su víctima, al pasar como un feligrés más, cuando realmente está estudiando a quién robar.  Normalmente ellos se sientan en los últimos asientos, donde también pueden sustraer carteras femeninas que usualmente las féminas las colocan en los bancos.

En años anteriores la mujeres cuando iban a recibir la comunión dejaban sus bolsos en sus asientos muy confiadas en que nada iba a suceder, ahora, tienen que llevar sus carteras para no ser robadas. 

La semana pasada, una señora fue a escuchar misa, a una iglesia de un  sector importante de la ciudad. Cuando concluyó el oficio religioso sus amigas se encaminaron al Monumento del Sagrario, ella se quedó sola en el templo, cuando de repente, un hombre con una pistola en mano le amenazó con matarla si no le daba todas las prendas que llevaba puestas y su cartera. Gracias a Dios, ella no se resistió y entregó todo al asaltante, salvando así, quizás su vida.

Ante tantas fechorías que ocurren a diario no es recomendable, ni tampoco inteligente lucir prendas de oro. Son pocas las personas que se atreven ir a lugar alguno con joyas, salvo que  sea a un sitio que  esté muy protegido,  con vigilancia segura.

Los ladrones no tienen ningún tipo de consideración, pues, hasta se roban  los objetos religiosos sagrados de las iglesias, como ha sucedido en varias ocasiones.

Recuerdo una boda en particular, durante el desfile nupcial, llegó de repente un atracador y le arrebató a una de las damas de compañía su pequeño bolso.

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