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No estamos anestesiados

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>No estamos anestesiados

No es verdad, que a los dominicanos los han anestesiado para que permanezcan pasivos e indiferentes ante los graves problemas que actualmente castiga al país.

Lo que sucede es, que la única clase social que a diario protesta es la pobre, la que se expone a un sin número de peligros por quemar gomas, rebelándose por la falta de energía eléctrica, recogida de basura, aumento en los combustibles, mal estado de las calles, subida a alimentos, corrupción, permisividad, entrada sin control de haitianos, muchos de ellos infectados de cólera etcétera.

 A diario,  los noticiarios de televisión presentan las quejas en los barrios más marginados del país, que son acalladas violentamente por los llamados agentes del orden. Son muchos los jóvenes de esos barrios que mueren en el intento de exponer los problemas que afectan a su comunidad, como la ausencia de servicios básicos agua y la luz.

Recientemente, en Bonao un agente policial mató a una joven e hirió a otros, durante una quema de gomas, en una protesta por falta de la energía eléctrica. Este suceso, es uno de las tantos, que muestran malestares en los barrios marginados que a veces son desbordantes, de tal forma, que si todos, en algún momento, deciden unirse, esta media  ardería por los cuatro costados, algo difícil de suceder, pues la represión en las comunidades pobres, es muy violenta, criminal.  Mientras la clase pobre  es maltratada, la media, que también pasa por el mismo calvario, es criticable por su aparente pasividad. 

Las gentes que pertenecen a esa clase, nada les inmuta, se muestra indolente y, observa el deterioro del país, dentro de una burbuja de pequeño confort limitándose a comentar dentro de su entorno la subida de impuestos, de cuotas de los colegios privados, la gasolina, los restaurantes, y su temor por la delincuencia  que les coarta, entre otras cosas, sus actividades nocturnas, pero no tienen las agallas de exponer su malestar públicamente, ni siquiera a comentar en voz alta, como nuestra nación se ha convertido en el refugio de delincuentes extranjeros muy peligrosos.

Los palos, los tiros, las represiones solamente caen en los cuerpos de los pobres,  los demás, vivimos simplemente “refunfuñando” por las cosas que no nos agradan, pero inertes, sin voluntad  de exigir nuestros derechos ciudadanos.

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