La paliza salvaje, en plena calle, a una mujer acusada supuestamente de robar 500 pesos es un indicador de cómo muchos dominicanos han perdido su humanidad bondadosa convirtiéndose en seres violentos, vengativos, que han decidido tomar la justicia por su cuenta, como consecuencia de la abrumadora delincuencia que se ha originado en el país.

La gente ha dejado de ser sensible y se está ejecutando hechos crueles, que al parecer no inmutan a nadie por lo cotidianos que resultan, sobre todo en los barrios pobres, donde  las muertes múltiples violentas son el pan nuestro de cada día.

Es posible que ser  un espectador continuo de hechos de sangre haya dejado huellas profundas en la mente de muchos dominicanos, que ya no tienen ni capacidad de asombro, ni voluntad siquiera para defender a una pobre mujer ultrajada hasta lo máximo, aunque ella sea supuestamente culpable de un delito menor.

Peor aún cuando un miembro del orden público permite hechos como el ocurrido en el área de emergencia de un hospital público de la capital, donde  un grupo de personas, con el visto bueno del oficial,  desnudaron, arrastraron e introdujeron las manos en las partes íntimas de una supuesta ladrona, como si se tratara de un circo romano, con el sadismo malévolo de esos espectáculos.

¿Nos estamos volviendo locos? Protagonizar  estas actuaciones denigrantes habla muy negativamente de cómo anda nuestra sociedad.

Tales agresiones son tan dañinas como la delincuencia misma, pues la violencia se tornaría en mayor grado.

Particularmente entiendo que la gente está desesperada y se siente impotente ante la situación imperante, pero no debemos caer en la trampa de actuar de la misma forma que aquellos que transitan por los mundos de la oscuridad.