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Ojo pelao con las bacterias

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>Ojo pelao con las bacterias

Desde hace años tengo la costumbre de llevar  mis propias sábanas y toallas a los hoteles donde voy a hospedarme.

Por más que me expliquen las mucamas que toda la ropa de cama y la toallas son lavadas a diario en máquinas especiales desinfectadas con mucho cloro, mi terquedad en ese sentido continúa de manera que mis hijos y amigas compañeras de viajes se burlan de mí y en broma me comparan con el excéntrico millonario, cineasta y aviador Howard Hughes, quien se negaba hasta a darle la mano a quienes le saludaban por temor a contraer bacterias.

Volviendo a los hoteles, he podido observar en muchos resorts de renombre que la mayoría de las veces las  encargadas de las limpieza realizan un trabajo superficial tanto en las habitaciones como en los baños, pese a que deben estar conscientes de que a diario salen y entran todo tipo de huéspedes, incluso con enfermedades y usan, lógicamente, la cama no sólo para dormir.

Cuando llego a una habitación de hotel, tanto aquí como en el extranjero, lo primero que hago es quitar el cubrecama,  que a mi parecer es una pieza dudosamente limpia, pues no se reemplaza a diario, y mucha gente tienen la costumbre de tomarlo como colcha para arroparse.

Mis dudas “higiénicas hoteleras” se afianzaron luego de ver un reportaje  realizado con cámaras ocultas en las habitaciones de célebres hoteles en  Estados Unidos, que demuestra que la limpieza en esos establecimientos no es ni profunda ni confiable…

En las navidades pasadas me hospedé  en un resort del Este, de los más solicitados del país, por su playa paradisíaca, y estando en mi habitación entró una joven haitiana, muy simpática, para hacer la limpieza. Para mi sorpresa, ella tomó una toalla del baño y la uso para limpiar el inodoro.

Cuando le comenté esto a mi familia y amigas huéspedes de ese hotel,  no le dieron mayor importancia al asunto, pero, hace unos días, una de ellas pasó con sus hijos un fin de semana en el mismo hotel,  y encontró en su toallero una pieza escandalosamente sucia, que le recordó mi comentario.

El asunto es que aquí, en Pekín, Nueva York, Madrid, París y en todos los lugares, la higiene en los hoteles no es transparente, por eso es necesario tener mucho cuidado. Es mejor andar con sus sabanitas y sus toallitas, para mayor seguridad.

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