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¿Qué  hay que celebrar?

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>¿Qué  hay que celebrar?

Una serie de celebraciones internacionales como por ejemplo: Día de los Enamorados,  de la Mujer, de las Madres, etcétera, no son de mi agrado, pues las considero más bien festividades donde el aspecto comercial, por concepto de compras de regalos, prima sobre la demostración de cariño y aprecio  hacia una persona determinada.  El hecho de que esos días no tengan para mí significado alguno no quiere decir de ningún modo  que no tengan gran aceptación popular a nivel internacional. Una cosa no tiene que ver con la otra.

A millones de personas les encantan estas celebraciones, e incluso en algunos países, como el nuestro, son recibidas con un mayor apoyo y  algarabía que las fechas mismas en las que se conmemoran importantes fiestas patrias, como la Independencia o la Restauración de la República. Nadar contra la corriente, en todos los órdenes, siempre ha sido muy difícil y agotador, sobre todo cuando los años nos arropan y las voluntades, rebeldías de juventud, se debilitan enrolándonos como mansos corderos en festejos, sin desearlo, ya sea para complacer a la familia, como en el Día de las Madres, y otras,  para que no te tilden de “extraña y  antisocial”, graves pecados en sociedades intolerantes.

El célebre “Día Internacional de la Mujer”  está muy próximo y,  este año, al igual que muchos anteriores, las dominicanas lo recibirán con una serie de noticias pocos halagüeñas para el género,  por ejemplo, las madres que  lloran a diario las muertes violentas de hijos e hijas que se producen en diferentes circunstancias, el aumento de los feminicidios y las informaciones referentes a que la   mayoría de los infectados con VIH son mujeres, en un 60%.

Es cierto, que en las últimas décadas la mujer  ha logrado grandes conquistas, como por ejemplo en el campo laboral, pero no es menos cierto que frente al hombre, ella  continúa llevando, en muchos aspectos, los peores roles dentro la sociedad.

Durante siglos ha sido subyugada, maltratada, humillada, violada, asesinada e infectada, ahora, con el sida, pues es el hombre quien principalmente lo transmite, sobre todo aquellos promiscuos de doble vida, que practican las relaciones bisexuales o consumen drogas.

 ¿Qué tanto hay que celebrar, en un país donde las mujeres durante añales cargan el mayor peso de responsabilidades, en todos los órdenes, pese a la llamada “liberación”,  trabajando como animales fuera y dentro de sus hogares para apenas sobrevivir decentemente?

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