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Retomando la vida cotidiana

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Al igual que en República Dominicana, los españoles, en tiempo de Navidad  dan una tregua  a sus problemas cotidianos para olvidar un poco situaciones enojosas y disfrutar de unos días mágicos con sus gentes cercanas, principalmente con la gente menuda de la familia, sin embargo, la semana pasada se lanzaron a huelgas de transportes parando trenes, metros y autobuses por un par de días.

Terminaron las fiestas y un buen número de españoles se preparan para participar en manifestaciones y paros diversos que podrían incluir hasta líneas aéreas de gran importancia como es Iberia, que es un símbolo de esta nación.

 La situación en general en esta nación no es fácil, principalmente, lo más doloroso son los desahucios que sufren personas en sus viviendas por falta de pago, generado a su vez por la pérdida de empleos, unos cinco millones de parados en todo el territorio español que han dado al traste con una serie de conquistas sociales, económicas, educativas, salud  y otras, que se habían adquirido en las últimas décadas y que habían colocado a España en una nación aparentemente muy rica, envidiable.

De todas formas y pese al malestar de muchos, durante las festividades navideñas todo parecía normal, salvo, las huelgas mencionadas.

 Una multitud de gente tirada en las calles para aportar sus cuotas al consumismo, ahora, con las rebajas hasta del 70 por ciento de las mercancías.

Dos días antes, el pretexto de la euforia para gastar lo fue la llegada de los Santos Reyes, festividad en la que el español adulto se involucra con locura, como si el mundo se fuera a acabar, pues no existe un rinconcito de España donde esta celebración no sea lo máximo. Los derroches de las cabalgatas,  los juguetes de todos tipos, sofisticados, sencillos, en fin situaciones pocos entendibles en un país donde la crisis económica es una realidad. Estoy convencida de que quienes más gozan y esperan a los Reyes Magos son los padres, los adultos, pues no hay fiesta en el mundo que se celebre con tanta pasión, entusiasmo, vehemencia,  todos quieren volver a ser niños.

Terminadas las fiestas, la magia de la Navidad, desaparece para dar paso a la cruda realidad de la vida cotidiana y tanto los españoles como los inmigrantes tienen que luchar por sobrevivir a tantas locuras provocadas por malas políticas.

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