José Miguel Pérez apenas cuenta con 26 años de edad y carga en su conciencia, si es que tiene, diez horrorosos crímenes cometidos a extranjeros. Sus últimas víctimas, una pareja de suizos que residían  en una villa de Juan Dolio,  un hecho que de seguro nunca hubiera ocurrido si este asesino no se hubiera “fugado” de la cárcel La Victoria, donde purgaba una condena de 20 años.

Luego de cometer sus fechorías sangrientas, este bárbaro e ingenioso homicida recorría las calles haciéndose pasar por loco, como una forma de confundir a las autoridades, arrastrando como hacen muchos dementes, sacos llenos de basura, pero que en este caso, estaban repletos de computadoras portátiles, relojes, prendas, celulares, DVD  y hasta las sogas ensangrentadas que utilizó para matar a los suizos.

Este asesino de extranjeros en serie, que también es un loco, porque claro está que tiene una patología mental, de conducta psicópata, también ha sido un peligro para la gente que se cruzaba por las diferentes calles que recorría.

No se entiende cómo una persona condenada a 20 años de prisión, nada más y nada menos, por múltiples asesinatos, pudo estar en libertad.

Parece ser que aquí son pocos los que cumplen sus condenas, proceder muy peligroso porque fomenta el crimen en general.

Estas “fugas”, entre otras “debilidades” existentes en nuestra sociedad, atemorizan  a la ciudadanía que se siente con toda razón muy vulnerable a toda clase de delitos. Ahora, cualquier asesino camina por doquier con la certeza de que no le pasará nada, pues las posibilidades de salir de prisión en menos de lo “canta un gallo”, son muchas.

En cuanto a los extranjeros, que desean vivir honestamente aquí, porque se han enamorado de esta media isla y de su gente hospitalaria, deben primero informarse en sus respectivos consulados los lugares adecuados donde deben residir por cuestiones de seguridad.