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Un día sin nada

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>Un día sin nada

No sólo el pollo ha subido de precio, son muchos los alimentos que a diario aumentan sus costos de tal forma que si los consumidores quisieran darles una lección a muchos productores o importadores de artículos comestibles, llegaría el momento de: “Un día sin nada”.

Es a diario que los precios de una gran variedad de artículos sufren  aumentos, aunque sea de un peso.

Es la queja de la mayoría que frecuentan supermercados, bodegas, colmados, mercados o como se les quiera llamar.

Lo cierto es que muchas veces los clientes de esos establecimientos al ver los pocos artículos que adquieren, con un costo realmente elevado, sobre todo en un país donde la gente no gana ni en euros,  en dólares, ni tampoco en libras esterlinas, pegan el grito al cielo.

Cuantas veces, a la hora de pagar, en los supermercados escuchamos decir, “¿pero cómo es posible que en tomates, pepinos, lechugas, o cualquiera fruta criolla, tenga que pagar cientos de pesos, si no he comprado carnes, quesos, pescados, etcétera?

La prueba de esto es que cuando los supermercados ofertan los vegetales, frutas y  víveres miles  de personas aprovechan estas ventas, pues los consumidores saben que si no aguantan ese sofocón se les complica comprar un paquete de tomates que generalmente están por encima de los cien pesos, al igual  las lechosas, guanábanas, zapotes, y otros frutos tropicales tan necesarios para la alimentación y salud humana, como el mismo arroz con habichuelas.

Los vegetarianos están tan j….., como los carnívoros, porque tanto cuesta consumir unos productos como otros.  Si nos llevamos de los precios de los alimentos no comeríamos absolutamente nada y tendríamos que implantar no sólo un día sin pollo, sino también un día hasta sin detergentes, pastas dentales, jabones, etcétera que están carísimos.

Así pues un abanico de productos ya sean alimenticios o de otras índoles les haríamos el desprecio aunque sea por un día.

Por ejemplo: Un día sin huevos, día sin quesos, sin embutidos,  un día sin plátanos, un día sin carnes, un día sin leche, un día sin pan, un día sin café, así por el estilo llegaríamos hasta a un día sin papel sanitario.

No hay que desesperarse por un “un día sin pollo”, total que muchos no consumen esta ave tan popular en la cocina no solo nacional, sino internacional, pues las alternativas alimenticias son muchas y de gran variedad nutricional. Recuerde que  la vida sigue con o sin pollo.

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