Detalles
¿Un país de viejos?

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>¿Un país de viejos?

Hace años que vengo escuchando a mi hermana Henriette, decir en tono de broma,  que: “la vejez es fea”.

Ella no sólo se refiere al aspecto físico, a la transformación notoria  de nuestro cuerpo que produce el paso inexorable de los años en las personas, sino también, en muchos otros aspectos, al deterioro de la salud.

Sobre todo, la “vejez es fea”, en países como el nuestro donde esa etapa de vida no cuenta con el respaldo suficiente de un Estado.

Ahora que la Oficina Nacional de Estadísticas ha  dejado al descubierto  datos que indican que la población dominicana se hace más vieja y que esta tendencia continuará subiendo, es hora de tomar medidas reales que sean capaces de ofrecer ayudas eficientes a las tantas demandas de las personas mayores.

Es necesario emplearse a fondo, con un gran sentido social, en que la sensibilidad humana esté presente en la búsqueda de soluciones a esta realidad, pues de las medidas inteligentes, de los programas que se pongan en marcha, descansará la tranquilidad y la dignidad de los envejecientes, tronco en la que se fundamenta nuestra sociedad.

Si no se toman medidas eficaces, las personas de edad avanzada,  que no cuentan con recursos propios o de familiares que les brinden ayuda, estarán a merced del sufrimiento, pues quedarán sin protección alguna, principalmente en el aspecto de servicios médicos y obtención de medicamentos. Para nadie es un secreto que los ingresos hospitalarios y las medicinas que usan los mayores son excesivamente caros e incluso algunos cuestan más de lo que gana un simple obrero o una empleada doméstica.

Los seguros médicos privados advierten a sus clientes que solamente les brindarán servicios hasta los 70 años.

A partir de esa edad, cada quien que se las arregle como pueda.

Uno de los pocos ingresos con los que contaba mucha gente mayor de clase media  eran los intereses de certificados a plazo fijo.  Muchas personas de edad avanzada  vendieron propiedades para colocar su dinero en dichos certificados que les permitían cubrir unas cuantas necesidades.

El Banco Central, con todo su derecho, ha entregado gran parte de los capitales, amén de que los intereses han bajado.

Muchos bancos privados no son confiables, un buen número de personas  se han quedado en el aire, en una sociedad incómoda en la que cualquier “muchachito”  o “jovencita” tiene 60 años.

Esta es una  triste realidad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas