LLENNIS JIMÉNEZ
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La avenida Duarte permanece arrabalizada. Los buhoneros son cada vez más y la mayoría sigue ocupando las aceras en el tramo que se extiende desde la calle París hasta la México.

Las calzadas reservadas  para el uso de los visitantes a la gran “plaza del Caribe” en que se ha convertido este comercio  popular, son utilizadas para la venta informal.

El desorganizado ambiente desplazó el aroma antiguo que la hizo destacarse como la arteria donde aparecía casi de todo, nuevo, a la moda y sobre todo a buen precio.

Aunque con las aceras un poco más amplias y sometida a proceso de modernización, la Duarte ha ido perdiendo el encanto que a diario la hacía acoger a miles de compradores.

A primera vista, la Duarte da la impresión de ser un mercado de pulgas. Lo que se vende  está  tirado o  cuelga en recuadros de madera vieja,  recubierta con cartón, papel y sombrillas destartaladas.

Andrés Vidal, vendedor de gorras, afirma que se queda en la Duarte junto a todos los buhoneros de tejidos.

El abandono en que se encuentra y el deprimente aspecto visual, hace que empresarios no tengan el mismo interés por instalar una tienda por departamento en la avenida Duarte, pese a que fue el centro comercio por excelencia del por mayor y el detalle.

En las distintas esquinas se expende ropa, películas, bultos, zapatos, gorras, libros, lentes, juguetes y joyas. Se instalan reparadores de prendas, de celulares y peluqueras que colocan extensiones de pelos. En la calle Caracas no sólo colocan mesas, sino carpas que les permiten abrir tiendas de ropa.

“El problema que pasó aquí fue que los directivos de las dos asociaciones de buhoneros pusieron a todos sus parientes en la lista que hizo el Ayuntamiento del Distrito Nacional y los indemnizó con 97 mil pesos. Pero ya todos volvieron a traer sus mesas”, afirmó Claudio Valdez, vendedor de lentes.

 Lo informal  prospera. Muchos buhoneros reclaman un puesto o recursos para volver a irse del área, de acuerdo a Valdez. De una mesa,  buhoneros se convirtieron en micro  empresarios, con  negocios en varios sitios de la Duarte. Colocan los establecimientos en la vía, atendidos por dependientes que devengan sueldos de RD$3,000 y RD$6,000. Marcela Cruz es cobradora de un negocio, cuyo propietario tiene varios puntos en la Duarte.

Hay quienes  tienen mercancías por más de un millón de pesos. A sus mesas les contratan dependientes, cajeras y hasta personal de seguridad nocturno. En la Duarte no ocurren enfrentamientos entre buhoneos y comercantes de tiendas, pero éstos últimos critican que las autoridades del cabildo primero dialoguen con los buhoneros, mientras que ellos no son recibidos en el Ayuntamiento.  La confianza ahora está en que el traslado de los buhoneros a las diferentes plazas se efectúe  este mes, como se anunció.

Zoom
Expansión forzosa

 Las grandes tiendas que se han expandido a otras áreas de la capital, en su mayoría salieron de la Duarte, en busca de clientes que no se sienten animados a comprar en un lugar con tanto desorden. Ésta es  una de las razones por las que no se aprecia la presencia de turistas en la Duarte, contrario a otros tiempos, cuando las calles aledañas  solían ser cerradas para el paso de autobuses cargados de extranjeros, que preferían la Duarte, sobre todo, por el placer de caminar.

Antecedentes

Aporte millonario

2006

Los empresarios de la Duarte entregaron al Ayuntamiento del Distrito Nacional, a través de su asociación, RD$22.5 millones para indemnizar a los buhoneros, los que al día de hoy no se saben si retornaron a la zona. La asociación agrupa a más de  cien miembros.  La mayoría de dueños de tiendas se esfuerzan porque la Duarte siga generando un comercio millonario, integrado por un centenar de tiendas de capital dominicano y extranjero.  En una hora, cualquier negocio puede recibir decenas de visitantes, de la zona urbana o procedente de comunidad muy recónditas. Todavía, un comercio grande vende RD$7,000 en cuestión de horas. Un comerciante que pidió reserva de su nombre, afirma que ya no es lo mismo ni es igual, sobre todo, “porque no es justo que nuestros negocios sigan arruinados por culpa de los buhoneros, los que ocupan sus frentes”. Hace aproximadamente dos años que el síndico Roberto Salcedo y el presidente Leonel Fernández dieron el primer picazo para la reconstrucción y modernización de la Duarte. El acto efectuado dentro del entorno del parque Enriquillo daba como un hecho que la obra estaría terminada para diciembre de ese año. Meses después, el presidente Fernández se reunió con propietarios de tiendas y les garantizó la obra.