Detrás del ring
Félix Díaz y su indiscutible calidad boxística

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En la primera entrega de este trabajo hacía referencia a que no puede ser producto de la  casualidad o una “chepa” conquistar una medalla olímpica, menos aún a partir de la implementación de los torneos clasificatorios, que constituyen una especie de coladores para garantizar que a los Juegos Olímpicos solo vaya lo mejor del deporte mundial.

Es decir, que el solo hecho de llegar a los Juegos Olímpicos es demostrativo de que se posee un nivel de calidad mundialista, sobre todo en una disciplina como el boxeo, cuya federación internacional cuenta con una matrícula de cerca de 200 países.

Pero si hay un país consciente de lo que significa una medalla olímpica se llama República Dominicana, que obtuvo su primera presea en el 1984, un bronce obtenido por el boxeador Pedro Julio Nolasco en los Juegos de los Angeles  y que después de este histórico hecho debió esperar 20 años más para conquistar su primer oro olímpico en la persona de  Félix Sánchez.

Un medalla olímpica no puede ser fruto de la casualidad, sin importar su color, pero menos aún, el oro, que para obtenerlo hay que superar a los mejores del mundo, uno tras uno, y en el caso de Félix Díaz fueron cinco rivales, incluido al campeón olímpico, es decir el  medallista de oro de los Juegos de Atenas, el tailandés  Manus  Boonjumnong, quien en diversas ocasiones se acercó al dominicano para felicitarlo, pienso que sorprendido por la calidad exhibida por el quisqueyano, de quien perdió por amplio margen, 12-4.

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