Deuda con los militares constitucionalistas

Deuda con los militares constitucionalistas

POR  TEÓFILO QUICO TABAR
A partir de 1965 cada abril tiene un significado muy especial para quienes reflexionan sobre dicho acontecimiento, así como para los que pretenden mantener vivo el recuerdo del más bello como trágico acontecimiento bélico popular con ribetes revolucionarios acaecido en nuestro país en el siglo pasado.

Habiendo participado desde el inicio hasta el final en esa gesta histórica, con plena conciencia de lo que hacía y por lo que luchaba, no he dejado de pensar un instante, sobre todo cuando la fecha está cerca, que en realidad hay más de un Abril. Hay un abril por los que luchamos contra el golpe de Estado y el retorno a la constitucionalidad, y otro abril para los que llevaron a cabo el golpe y defendieron su acción contra la voluntad popular.

El 24 de abril como fecha en la cual el pueblo junto a los militares se levantaron para poner fin a los derrocamientos y al desconocimiento de la voluntad popular, que debería tener una significación histórica de primer orden en la conciencia nacional, pasa lamentablemente como una fecha focalizada, con algunas pinceladas más de orden políticas que de naturaleza patriótica real.

La guerra de abril, como a algunos gusta definirla, no es patrimonio de nadie. Hay grupos y personas que han querido darle color al movimiento y poner énfasis en que su participación fue clave para lo que significó. Los verdaderos protagonistas de la lucha en sí lo representaron los militares que tomaron la decisión de enfrentarse al poder incluso desde posiciones subalternas y el pueblo que se unió al llamado de la patria.

Los verdaderos gestores del movimiento que procuraba el retorno a la constitucionalidad fueron los militares, algunos políticos del PRD y sus Aliados del Pacto de Río Piedras y ciudadanos independientes que por su vinculación personal con los militares y los políticos venían planeando desde 1964 un movimiento que pusiera fin al golpe de Estado y procurara el retorno a la constitucionalidad.

La mayoría de los grupos políticos llamados de izquierda en el país, ni tenían confianza ni creían en la posibilidad de que una empresa de esa naturaleza pudiera tener éxito. Sin la firmeza y decisión de los militares, mucho mayor que la de los mismos políticos, ese movimiento jamás se hubiera podido llevar a cabo. Es por eso que el país tiene una deuda que jamás podrá pagar con ese grupo de hombres uniformados y con vocación democrática que se lanzaron a lo que podría definirse como una aventura donde solo tenían seguro la posibilidad de perder la vida.

Pero hay, como decía al principio, otro Abril con otro significado. El abril de los que se opusieron al movimiento democrático cívico- militar y que lucharon por mantener en el poder el gobierno golpista desconocedor de las libertades y la democracia. Son dos abril en una misma fecha y muchos abriles dentro de los mismos movimientos. Los otros abriles tenemos que aceptarlos, porque lamentablemente fueron una realidad. Muchos militares buenos y sin malicia se mantuvieron al lado de los golpistas por falta de conciencia, por la presencia extranjera o por ignorancia trujillista. No así a quienes cometieron crímenes y atropellos vergonzantes.

No hay 24 de Abril sin Caamaño, como no lo hay sin las figuras de los otros valerosos militares constitucionalistas que por cuestión de espacio no puedo mencionar, porque olvidar uno sería pecar contra todos. Pero el 24 de Abril es un acontecimiento, un objetivo, un pueblo luchando por un ideal en el que Caamaño fue uno de sus principales líderes. Los otros acontecimientos en que participó Caamaño no deben confundirse cuando se hable de abril.

Abril es el Caamaño militar luchando por la constitucionalidad. Abril son todos los militares constitucionalistas luchando junto al pueblo. Abril es el pueblo democrático y luchador que puso fin a los golpes de Estado. Abril es el respeto a la constitucionalidad.

Hay que abrirle un espacio especial a la fecha de Abril. Despojada de prejuicios y tintes grupales. Reconocedora de que a pesar de los errores que en nombre de la democracia a diario se cometen, el 24 de abril sepultó cualquier nuevo intento desconocedor de la voluntad popular.

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