La deuda externa que contraen los gobiernos – pública – es siempre preocupante y referencia obligatoria en todo análisis crítico de la política económica aplicada. Todavía está fresca la terrible crisis de deuda del decenio de los ochenta que provocó que se perdiese una década (al finalizar esos diez años los indicadores llegaban al mismo nivel que habían tenido antes de la crisis). Sin embargo, poco se habla de la deuda que asume el sector privado la que, en el plano mundial, muestra una tendencia al crecimiento mayor que la pública constituyéndose tanto en riesgo como en amenaza. En los últimos diez años en América Latina el endeudamiento privado se triplicó y alcanzó el monto de la deuda del sector público. Según datos del Banco Mundial, en el 2000 el sector privado regional adeudaba 218 mil millones y ahora llega a los 611 mil millones.
Uno de los problemas es el de la transparencia de una u otra, pues mientras la gubernamental se registra en el presupuesto, la privada no. Esta última es más difusa y difícil de rastrear, repartida entre aquellos actores que la pueden asumir como bancos, corporaciones, etc. Además, debe tenerse presente que no cuenta con respaldo de última instancia del Estado. La interrelación entre deuda y exportaciones – indicador que usualmente se toma como referencia para exponer la capacidad o solvencia que puede tener un país para generar los ingresos imprescindibles para hacer frente a sus obligaciones financieras – viene deteriorándose con la caída de la demanda global y de los precios de las materias primas y la contracción del crecimiento. De acuerdo con CEPAL la economía regional creció en el 2015 un 0.4% en 2015 y pronóstica para 2016 solo un 0.2%.
En el continente el país con mayor deuda privada es Paraguay, representando el triple de la deuda pública. En Brasil –la privada de largo plazo, más de un año, llegó en el 2014 a 320 mil millones – y Perú ha llegado al doble. En Nicaragua y Guatemala la privada es algo más de una tercera parte de la gubernamental. Para la calificadora Fitch el perfil de la deuda privada brasileña es el más riesgoso entre las naciones emergentes. Además, según el Banco Central carioca la deuda intra-firma llega al 43% del total de la deuda privada. Por lo general el Estado termina pagando las consecuencias, se convierte en garante de última instancia. Argentina, en su momento de crisis, tuvo que estatizar la deuda privada de 14 mil millones de dólares, saltando la deuda pública a más de 40 mil millones, deviniendo en “ejemplo” de rescate del sector privado. Sin embargo, el FMI y el Banco Mundial sitúan a éste país entre los que se desendeudaron entre 2007 y 2014 junto a Israel, Arabia Saudita, Egipto y Rumania. (De esa “herencia” no se habla en la Argentina de Macri).
Ante la realidad de deuda privada creciente, el FMI advierte que “los mercados emergentes se deben preparar para un alza en las quiebras corporativas”.