Deudas del peronismo impulsan apoyo electoral a Macri

Deudas del peronismo impulsan apoyo electoral a Macri

BUENOS AIRES.  Yanina Mendoza está harta de vivir entre rejas por los asaltos en la humilde barriada de Fuerte Apache y de viajar como “ganado” todos los días a su trabajo de empleada doméstica en la capital.

Como no cree en las promesas del peronismo, ha decidido darle un voto de confianza al conservador Mauricio Macri, candidato en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 22 de noviembre.

“Ojalá que él sea un cambio”, dijo Mendoza sentada junto a su pequeña hija en la escalera de uno de los bloques de cemento que caracterizan a este barrio de obreros situado en Tres de Febrero, un distrito de la provincia de Buenos Aires que hasta las elecciones del 25 de octubre había sido un tradicional bastión peronista durante más de dos décadas.

Los planes de ayuda social que se multiplicaron en la última década ya no bastan para conformar a una comunidad que está harta de una gestión deficiente, la inseguridad y de prácticas políticas basadas en el intercambio de favores por votos.

El disgusto por los problemas no resueltos podría consagrar como próximo presidente de Argentina a Macri, de 56 años y miembro de una familia adinerada que ha criticado muchas de las medidas populistas del kirchnerismo, el movimiento de centroizquierda creado dentro del peronismo por la presidenta Cristina Fernández y su antecesor y fallecido marido, Néstor Kirchner (2003-2007).

Fuerte Apache, cuna del astro de fútbol Carlos Tevez, está habitado por unas 50.000 personas que residen en viviendas de bloques de cemento con las ventanas enrejadas por miedo a los asaltos. Los vecinos sufren diariamente desde el robo de sus teléfonos móviles hasta la violenta irrupción de delincuentes en sus casas.

El dinero que no alcanza por la inflación, una educación deficiente, la falta de viviendas y el flagelo de la droga son para ellos otras demandas insatisfechas de la última década. Mendoza, de 24 años, separada y madre de una niña, dijo a The Associated Press que “la inseguridad es lo principal, hay muchos secuestros de chicas; Cristina se pone a hablar de plata y (de aumentos a las) jubilaciones.

Y de lo que pasa en Argentina, nada”. Empleada de limpieza en un hotel por horas en la vecina ciudad de Buenos Aires, de la cual Macri es alcalde, la joven también se queja de que trasladarse para trabajar “es un quilombo” (lío) por el mal funcionamiento de los servicios públicos y el estado de las calles.

En Tres de Febrero, la mayoría de los votantes le dio la espalda al postulante oficialista Daniel Scioli, de 58 años, en la primera vuelta del 25 de octubre y apostó por Macri, del frente Cambiemos.

A nivel autoridades locales, el peronismo perdió allí después de 23 años de gestión. Para ganar la elección será determinante la provincia de Buenos Aires, un vasto territorio del tamaño de Italia que es habitado por 15 millones de personas y representa el 37% del padrón electoral.

Es un fiel reflejo de una Argentina de contrastes: los campos más fértiles del país conviven con cinturones de extrema pobreza. Es además el hábitat de los llamados “barones del conurbano”, en su mayoría dirigentes peronistas que gobiernan desde hace décadas varios municipios y a los cuales se les atribuye dudosas artes políticas.

Allí, María Eugenia Vidal, mano derecha de Macri, dio la gran sorpresa el 25 de octubre al conquistar la gobernación después de 28 años de administración peronista, incluida la de Scioli, el actual gobernador.

El frente opositor triunfó además en 111 de las 135 alcaldías. El inesperado golpe electoral de Macri puso en alerta a Scioli, quien aunque sacó 37,08% de los votos contra los 34,15% de su rival ahora está obligado a remar a contracorriente de la oleada de triunfalismo que inundó las filas de los opositores.

Marcos Peña, jefe de campaña de Macri, consideró que “la elección en la provincia de Buenos Aires confirma que se derribaron muchos mitos” y que “no hay más voto cautivo” en ese tradicional bastión peronista.

“El hartazgo y la frustración de una parte importante de la Argentina con esta etapa es el motor principal” del apoyo a Macri. Si bien el kirchnerismo logró una importante recuperación económica después de la crisis del 2001, la situación empeoró desde 2007 por la creciente inflación y el estancamiento de la economía.

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