Develizan tarja con nombre Teatro Nacional
Eduardo Brito

Develizan tarja con nombre Teatro Nacional <BR>Eduardo Brito

POR JORGE RAMOS
El Secretario de Estado de Cultura develizó ayer la tarja con el nombre de Teatro Nacional Eduardo Brito, en honor al pionero dominicano del canto lírico.

En el acto celebrado en el lobby de la más importante sala de espectáculos del país también estuvo presente la directora general del Teatro, Rosa María Vicioso, así como varios miembros del Patronato que administra la institución cultural. Durante un breve discurso, Lantigua destacó las cualidades artísticas de Eduardo Brito, a quien calificó como la más excelsa figura del canto lírico en la historia dominicana.

«Con la Ley 177-06, promulgada por el Presidente de la República el 27 de abril de este año, se reconoce el umbral internacional alcanzado por este artista, que lo hace merecedor de este homenaje eterno, que coincide con la celebración de su centenario», expresó.

 El Teatro Nacional, diseñado por el arquitecto Teófilo Carbonell, se inauguró el 16 de agosto de 1973  con un festival artístico de música sinfónica, coral, de cámara, ópera, recitales, ballet y teatro, en el que participaron las más sobresalientes figuras del arte nacional e internacional.

Desde el 12 de octubre de 1997, la sala principal del centro cultural y artístico llevaba precisamente el nombre de Eduardo Brito, por decisión del Poder Ejecutivo, mediante ley del Congreso No. 181-97.

EDUARDO BRITO (1905-1946)

El barítono dominicano nació el 21 de febrero de 1905 en una sección rural de Luperón (Puerto Plata), bajo el nombre de Eleuterio Aragonés, hijo natural de Liboria Aragonés, según registra su certificado de bautizo.

Según algunos biógrafos, el apellido Brito le llegó por el padre, Julián Álvarez Brito, mientras otros aseguran que fue por su madre, Liboria Brito. Mandadero, aprendiz de herrero, jornalero y más decididamente limpiabotas en el parque Duarte de Santiago, desde sus primeros años comenzó a llamar la atención por su musicalidad y pulcritud en el vestir.

Los compositores Juan Francisco García y Luis Rivera pusieron su granito de arena en el devenir artístico del joven Brito, que todavía sin saber leer ni escribir, fue capaz de aprenderse el cuarteto de la ópera «Rigoletto», de Verdi, y cantarlo en Santiago y en Moca, junto a Catalina Jáquez, Patricia Comprés y Susano Polanco, con orquesta y bajo la dirección de Luis Rivera.

Eduardo Brito vivió algunos años en San Pedro de Macorís, donde dividía su tiempo entre el muelle, cargando pesados sacos de azúcar, y cantando en los diversos grupos musicales del Este, como el Sexteto Armonía y la orquesta de Monengo de León, entre otros.

La sociedad capitaleña descubre al cantante lírico al oírlo cantar en 1927 en un banquete dedicado al doctor José Dolores Alfonseca y al licenciado Abigail Montás.

En noviembre de 1928 se casa con la vedette Rosa Elena Bobadilla y en ese mismo año emprenden una gira por Haití y Curazao, junto a la compañía Los Internacionales. En 1929 la Victor Talking Company los selecciona para una serie de grabaciones que se realizan en Nueva York, como «Martha», de Moises Simmons,  y «Lamento Esclavo» (romanza de la zarzuela «La Virgen Morena» de Riancho y Grenet), que lo dan a conocer en Europa, principalmente en España, al igual que «Katiuska», «Luisa Fernanda», «La del Soto del Parral», «El Cantar del Arriero», «La del Manojo de Rosas», «El Asombro de Damasco», y sobre todo con «Los Gavilanes».

Eduardo Brito murió en la madrugada de un lluvioso 5 de enero de 1946 en el pueblo de Nigua, recluido en el hospital psiquiátrico aquejado de sífilis. Fue sepultado al anochecer, en presencia de 32 personas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas