Dígale fuera al estrés

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En la agitada vida moderna y las exigencias de la vida diaria, estamos expuestos a incontables presiones, ya sean mentales, físicas o emocionales, que demandan un gran gasto de energía de nuestro organismo.

Nuestro cuerpo tiene una amplia gama de recursos para ayudarnos a adaptarnos, pero muchas veces sentimos que no podemos manejar la presión y aparece el «stress» o «tensión», impidiéndole al organismo mantener su balance e incapacitándolo para funcionar a su máximo potencial. El «stress» aparece cuando las presiones que nos acechan son más grandes que la capacidad que tiene nuestro cuerpo de mantener el balance natural o «homeostásis».

El «stress» puede presentarse de muchas formas, como por ejemplo por problemas familiares, problemas del trabajo, enfermedad, divorcio, la muerte de un ser querido, problemas económicos, y no dejemos de lado situaciones placenteras que también producen «stress», como una boda o el ser promovido en el trabajo. La realidad es que nadie está inmune al «stress». Es importante entender que el «stress» no está solo en nuestras «mentes», es una respuesta real del sistema nervioso con descarga de diferentes químicos y hormonas como la adrenalina al torrente sanguíneo.

El «stress» afecta el funcionamiento del sistema inmune (de defensa del organismo y nos da disminución de la resistencia a la enfermedad).

Los síntomas físicos del «stress» se pueden presentar como problemas digestivos, fatiga, insomnio, dolor en los músculos del cuello y la espalda (por contractura muscular), pérdida de apetito o comer en exceso y bruxismo (contraer los músculos de la mandíbula y sonar los dientes al dormir). Los síntomas psicológicos incluyen ansiedad, irritabilidad, pesimismo, reclusión e inhabilidad para concentrarse y llevar a cabo las tareas cotidianas, ya sea del hogar o trabajo.

Cuando el «stress» está presente, el sistema esquelético responde con contractura muscular, la respiración será más rápida y más profunda, los latidos cardíacos más rápidos (taquicardia), hay vasoconstricción de vasos sanguíneos que pueden producir presión alta, afectando también la digestión. Hay también aumento de la sudoración y liberación de las hormonas epinefrina y norepinefrina, por las glándulas adrenales que afectan la circulación.

La excesiva función de las glándulas adrenales lleva a producir fatiga, alergias a alimentos, presión alta y elevación de los niveles de colesterol y azúcar en la sangre.

En resúmen, el «stress afecta el sistema circulatorio, sistema inmune (de defensa del organismo) y el sistema endocrino (sistema hormonal), lo que nos deja con muy poca capacidad para enfrentar enfermedades y poca energía.

Tratamiento
El tratamiento del «stress» es muy variado, de acuerdo a la persona y a las causas, pero hay medidas generales que se pueden aplicar a la mayoría de los casos.

La medicina tradicional ofrece terapias individuales y de grupo para el manejo del «stress»; en algunos casos se sugieren tranquilizantes como el válium. También se agrega a la terapia el ejercicio aeróbico (caminar) que reduce los niveles hormonales que provocan aumento de la frecuencia cardíaca por el «stress», dan sensación de bienestar y reducen la ansiedad y la depresión (se recomienda caminar por 30 minutos tres veces por semana).

La aromaterapia recomienda lavanda (lavender) que ayuda en el control del «stress». Se aplican de cinco a seis gotas del aceite esencial de lavanda en el agua de la tina del baño, o dos o tres gotas en un pañuelo para llevar con nosotras durante el día. Los herbólogos recomiendan cava-cava en extracto o cápsulas a tomar una o dos veces al día. Se trata de una hierba excelente para el manejo de la tensión, dá sensación de bienestar y de relajación. También recomiendan té de manzanilla, té de ging seng y valeriana. La relajación ayuda a controlar la mente y el cuerpo para un mejor funcionamiento. Una buena nutrición es fundamental en el control del «stress», ya que nuestro sistema inmune está comprometido y necesita de los nutrientes esenciales para un buen funcionamiento. Se recomienda evitar los alimentos procesados (enlatados, paquete, harina blanca), agregar a la dieta vegetales y frutas frescas, así como cereales y arroz integrales.

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La poderosa B12, no deje de tomarla
¿Se siente fatigado y débil? ¿Se le olvidan las cosas? ¿Sufre de falta de coordinación o dificultad al caminar? Pues le alertamos que son síntomas comunes de deficiencia de vitamina B12, un problema serio que escapa con frecuencia al diagnóstico en todo el mundo y que ha sido asociado actualmente con la enfermedad de Alzheimer, entre otros males comunes.

La B12 es una vitamina esencial que desempeña un importante papel en la formación de los glóbulos rojos, y en la salud del tejido nervioso. La falta de tratamiento a su deficiencia puede acarrear anemia, problemas intestinales y daños nerviosos irreversibles.

Se trata de un serio problema que afecta a individuos de todas las razas y predomina especialmente en personas de ascendencia europea, africana, mexicana y sudamericana.

Generalmente se desconoce su causa, pero sí está clara la vulnerabilidad de ciertos grupos de personas, como aquellas que se han sometido a operaciones de derivación gástrica o gastrectomía, así como pacientes con SIDA o con la enfermedad de Crohn.  En Estados Unidos se estima que más de un 20% de la población podría sufrir de ese tipo de deficiencia o estar al borde de la misma.

Un estudio con tres mil participantes, realizado en Framington, Massachusetts, financiado por el Servicio de Investigaciones Agrícolas, agencia científica principal del Departamento Federal de Agricultura (USDA), reveló que el 39% de los participantes reportó niveles de B12 en la sangre en el rango de «bajo normal».

Además, la incidencia de ese trastorno parece incrementarse con la edad. En otro estudio, el 15% de los adultos mayores de 65 años experimentó evidencias de laboratorio que apuntaban a deficiencia de B12. Asimismo, un informe publicado en la revista The New England Journal of Medicine proporciona algunas de las evidencias más potentes de una asociación entre la deficiencia de B12 y el riesgo de padecer de demencia.

El Estudio Cooperativo de la Enfermedad de Alzheimer, del Instituto Nacional de Salud (NIH), consorcio nacional de centros de investigación, ya está planificando una prueba clínica del ácido fólico y las vitaminas B6 y B12 para comprobar si la reducción de los niveles de homocisteína con altas dósis de suplementos vitamínicos puede disminuir el índice de deterioro cognitivo de personas que padecen de Alzheimer.

La buena noticia es que, una vez detectada, la deficiencia de B12 se puede tratar fácilmente. Sin embargo, durante años, el único tratamiento aprobado por la Oficina de Alimentos y Medicinas (FDA) para eliminar la deficiencia de B12 consistía en un rosario de dolorosas inyecciones, sinónimo de inconvenientes visitas mensuales a la consulta del médico.  Ahora el tratamiento se ha simplificado, pues la FDA dio el visto bueno al uso de un atomizador nasal simple e indoloro de B12, que la misma persona puede administrarse y no requiere más que una aplicación en cada fosa nasal, una vez por semana, para mantener los niveles de B12 en la sangre. El producto sólo está a la venta por receta.

Si piensa que está padeciendo de deficiencia de vitamina B12, visite a su médico para intercambiar opiniones acerca de la importancia del tratamiento.

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