Esta fecha es de especial significación. Figura en el calendario como compromiso universal para la reflexión y los pronunciamientos en favor de un trato justo, igualitario, a los seres femeninos del Planeta, esos que son maltratados por esquemas culturales y legales de diversos grados y países. Usos que desfavorecen o impiden la plenitud de sus ejercicios ciudadanos en lo laboral y otras áreas en las que los hombres sufren menos limitaciones sistemáticas. Bien se ha dicho que mientras la mujer esté en situación de desigualdad, todas las otras conquistas de la raza humana corren peligro. Las situaciones que niegan o disminuyen el acceso de las mujeres a posiciones y remuneraciones que deberían ser iguales para todos gravitan deplorablemente a pesar de algunos avances.
Egresan ellas en elevada proporción de las universidades, superando en ocasiones con números más altos a los profesionales masculinos. Su presencia crece en todos los desempeños. Queda irremediablemente atrás la atadura y exclusividad a faenas domésticas que existía, que en la mayoría de los casos siguen desempeñando mientras se suman al rol de producir ingresos para el hogar, a veces en condición de madres solteras. Las barreras contra la mujer tienen que desaparecer por una obligación elemental de justicia, objetivo que debe procurarse con el concurso irrestricto de los hombres, desde todas sus posiciones.
Preocupaciones por la deuda
La crisis financiera mundial, con su secuela de contracción y desempleo en casi todos los países, ha dado justificación a medidas extraordinarias para reactivar las economías con aumentos de gastos e inversiones por parte de los Estados aun a costa de endeudarse hasta límites riesgosos para la futura capacidad de pago. El Gobierno Dominicano sigue firme en su decisión de comprometer aún más el futuro de sus ingresos lanzándose al recurso de la emisión de bonos soberanos que algunos expertos desaconsejan por las tasas que predominan en los mercados de capitales.
En el telón de fondos del debate sobre la que conviene hacer están la realidad de que las deudas ya contraídas atentan contra la posibilidad de que el Estado invierta más en prioridades como la educación y la promoción del desarrollo y el hecho de que la opinión pública está asaltada por el temor a un uso improductivo, político y electoral, del poder adicional para gastar que se procura.