Día de ira contra el Papa

Día de ira contra el Papa

El Cairo,  (EFE).- Los musulmanes de varios países de Oriente Medio llevaron a cabo ayer concentraciones para celebrar el “Día de la Ira” en protesta por las palabras pronunciadas en Ratisbona (Alemania) por el papa Benedicto XVI, mientras continúan las críticas a su discurso y las exigencias de una disculpa clara. El influyente clérigo musulmán Yusef Al Qardawi, dirigente de la Unión Mundial de Sabios Islámicos había convocado a todos los musulmanes a participar en el “día de ira” de manera “razonable y no violenta”.

En declaraciones a la cadena de televisión Al Yazira, Al Qardawi dijo que “la cabeza de la Cristiandad ataca al Islam y su profeta sin justificación ni necesidad alguna”.

“Estamos obligados a contestar al Papa porque nuestra religión nos permite defendernos y defenderla”, afirmó.

En Egipto, fuentes de la seguridad del Estado cifraron en unas 1.200 personas las que se congregaron en el recinto de la mezquita de Al Azhar, en El Cairo, en protesta por las opiniones expresadas por el Pontífice el pasado día 12 en Ratisbona cuando pronunció una conferencia sobre razón y fe y que numerosos sectores de la comunidad islámica consideraron como un insulto al Islam y al profeta Mahoma.

Asimismo, Al Azhar, la institución religiosa más prestigiosa del mundo islámico, ha decidido suspender el diálogo con el Vaticano, en protesta por las declaraciones del Papa, según un responsable citado hoy por el diario egipcio “Al Misri al Yom”.

Omar al Dib, presidente de la Comisión Permanente para el diálogo entre religiones, formada por representantes del Vaticano y Al Azhar, manifestó que si se quiere reanudar el diálogo, el Papa debe dar “disculpas expresas” por sus palabras.  En la conferencia de Ratisbona, el Papa citó un diálogo mantenido a finales del siglo XIV entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un erudito persa.

En dicho diálogo el emperador le preguntaba a su interlocutor que le mostrase algo que el mundo debiese a Mahoma y que fuera nuevo.

Manuel II, respondiéndose a sí mismo, aseguró que sólo encontraría cosas “malas e inhumanas, como su orden de difundir la fe que predica mediante el uso de la espada”.

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