Día de la  Constitución

Día de la  Constitución

Esta fecha, en la que conmemoramos 168 años de la proclamación de nuestra primera Carta Sustantiva, es propicia para  sugerir  que el estudio de la Constitución sea incluido en la enseñanza como una materia básica.

 Ha sido un yerro imperdonable que muchos dominicanos lleguen a la madurez sin conocer la esencia del estatuto que nos certifica como un Estado libre y soberano. Así como los pueblos que desconocen su historia algunas veces se ven obligados a repetirla, los ciudadanos que desconocen la Constitución ignoran los alcances de sus derechos y deberes, y por lo tanto son más vulnerables. La reforma educativa debería contemplar esta  posibilidad.

 La hazaña independentista llevada a cabo por los trinitarios en 1844, hubiese quedado trunca sin un estatuto que nos identificara como Estado libre de toda dominación extranjera. Para bien valorar la importancia del acontecimiento que conmemoramos hoy, es necesario que desde temprana edad los ciudadanos se empoderen de los principios que dan dimensión a sus derechos y deberes. Ningún escenario sería mejor que la escuela para poner al ciudadano en contacto  con la esencia de su nacionalidad, con el significado, fundamento y alcance de cada uno de los 277 artículos de la Constitución. No basta con saber que existe una Constitución y que la primera de nuestro país fue proclamada un día como hoy de 1844.

La advertencia de los siquiatras

La desconfianza en el prójimo se ha generalizado entre los dominicanos, como consecuencia de la inseguridad motorizada por la delincuencia, la violencia intrafamiliar y de género, las violaciones sexuales y la pobre efectividad de la justicia.  La  Sociedad Dominicana de Psiquiatría ha advertido sobre esta situación y sobre la necesidad de adoptar medidas para enfrentarla. La asistencia psiquiátrica debe estar más al alcance de las personas que han sido víctimas de este  estado de cosas.

El país tiene que trabajar por restablecer los valores que propician la solidaridad y la confianza. Es preciso atacar los factores que llenan de temor a los ciudadanos. Hay que mejorar las instituciones, hacer que la justicia funcione como debe, reforzar la moralidad pública. Hay que desplegar una campaña permanente de orientación sobre el valor de la vida y los principios de convivencia. Y hay que hacerlo pronto.

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