En tiempos pasados el Día de Reyes tenía mucho misticismo. Los niños ignoraban de dónde provenían los juguetes; creían que los traían en camellos desde el Medio Oriente.
La ingenuidad de los niños caracterizaba esta fecha, dando un toque de ternura y entusiasmo. La noche del 5 de enero los pequeños, con la inocencia propia, colocaban debajo de la cama hierba, agua, cigarrillos y mentas para que los Reyes y sus camellos comieran y bebieran, y, al otro día, ¡el gran milagro! los juguetes aparecían como por arte de magia en ese lugar.
Hoy sin embargo las cosas han cambiado, esa práctica ha desaparecido, ya los niños no tienen esas creencias de que los Reyes Magos les dejan juguetes, ellos saben que papi y mami compran estos regalos, por eso piden abiertamente sus deseos, según vean las posibilidades económicas de sus padres.
Anteriormente los padres mantenían muy escondidos los juguetes y a discreción solían hacer esta pregunta: ¿Qué te gustaría que te dejaran los Reyes? Tras la respuesta de los niños, que por lo regular solía ser un bicicleta, una Barbie o el juguete más de moda en ese momento, los papas decían pórtate bien a ver si te lo dejan.
Añorando la magia
El Día de Reyes de antes era especial, lo caracterizaba ese particular olor a juguetes, el sonido de los pitos y cornetas y qué decir del corre corre para no ser mojados por los niños con sus pistolas de agua y la vuelta a la manzana en la bici nueva.
También se perdió la ilusión de escribir aquella carta en la que dejábamos en claro lo bien que nos portamos durante todo el año que recién finalizaba y el regalo que merecíamos.
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Los Reyes Magos
Tiene su origen en los relatos del nacimiento del Niño Jesús, algunos de dichos relatos fueron integrados de los Evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento de la Biblia. El Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (que no especifica se eran tres ni que eran reyes) quienes, tras seguir una estrella, buscan al Rey de los judíos , hallaron la figura de Jesús nacido en Belén, a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra.