Día de los Santos Reyes
¡Cómo han pasado los años!

Día de los Santos Reyes <BR>¡Cómo han pasado los años!

Muy pocos niños pondrán esta noche bajo su cama agua, hierbas y mentas a los Reyes Magos y sus camellos, porque cada vez más la sociedad dominicana se aleja de esta hermosa tradición que heredamos de los colonizadores españoles.

Melchor, Gaspar y Baltasar han encontrado un fuerte competidor en Santa Claus, caballero europeo nacionalizado en Estados Unidos, quien en su veloz trineo dejó atrás a los lentos camellos de los reyes.

Además de que el oro, incienso y mirra tienen menos peso en las ambiciones infantiles que la bolsa de juguetes del panzón vestido de rojo, el gran despliegue de color y oropel que hacían los Magos de Oriente por todas las calles de la vieja ciudad de Santo Domingo y que motivaba a los más pequeños, es poco valorado en estos tiempos.

A todo esto se suman las demandas del mercado en la que el espíritu religioso ha sido desplazado por el consumista y favorece el que los padres, sin coronas y sin capas, prefieran llevar a sus pequeños directamente a la fábrica de sueños, llámese juguetería, para que ellos mismos decidan cuál es el juguete de su preferencia, perdiendo en el camino la magia de la curiosidad por lo desconocido.

El mismo afán ha hecho que las tradicionales muñecas tiesas, los pitos, los ping pong y las mongas hayan quedado enmarañados en el olvido; hoy, las computadoras, los yugi-oh y los modernos juegos electrónicos son los líderes del mercado infantil y pesaría sobre los padres la maldición del faraón si persisten en su afán de sus tradicionales juegos.

Atrás quedó la ilusión de la yerbita o del camello que venía muerto de sed. Si los padres desean satisfacer las ansias consumistas de sus pequeños, deberán asegurar un bolsillo bien grueso o un dinero plástico con buen aguante.

La ventaja para los viejos reyes orientales y hasta para el mismísimo Santa Claus es que no tendrán que sufrir el «don» de la ubicuidad y estar en varios espacios al mismo tiempo, puesto que pocos le reclamarán su presencia.

Otra que presentó su carta de jubilación hace mucho es la Vieja Belén. Esta señora, añeja, maltrecha y que nunca llegó a tiempo, resultaba ser la esperanza fallida de los niños que no obtuvieron ningún regalo de reyes. Esperanzas que veían desvanecerse cuando pasaban los días y no aparecía regalo alguno.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas