El pasado 5 de octubre celebramos el Día Mundial de los y las Docentes, día en que enaltecemos el rol que desempeñan las y los maestros en la educación de cada país; y con la crisis sanitaria por COVID -19 –celebrar este día cobró una nueva dimensión; no solo por todo este cambio en las metodologías, en las plataformas y la incorporación de nuevas herramientas para la labor docente, sino porque tuvimos que reconocer el gran papel que juegan en la vida educativa de nuestros hijos e hijas, porque hoy más que nunca entendimos el desafío que implica garantizar que la educación continúe.

En este trayecto nuestros docentes con su accionar han reafirmado su compromiso y puesto de manifiesto su capacidad de adaptarse e innovar, de conectar con el entorno, con sus estudiantes, con la situación país. Y eso nunca ha sido fácil. Hacerse responsable sobre las prácticas educativas y cambiar nuestras maneras de trabajar supone un ejercicio de valentía, de humildad y esto ha dado sus frutos; han demostrado un fuerte liderazgo y capacidad vasta para movilizar las comunidades educativas a las que pertenecen, todo esto en aras de asegurar que la educación no se detenga y que juntos alcancemos la aspiración de que ¡ningún estudiante se quede atrás!

Hoy por hoy, la narrativa en la que socialmente estamos enfocados es en la de nuestros alumnos y las carencias que enfrentan, en las deficiencias que por décadas arrastramos al interior del sistema educativo nacional, pero no todo son pesares, esas mismas carencias hoy se convirtieron en un reto, en una esperanza de mejoría, nos hace tenerlas presente y actuar para achicarlas, nos recuerdan que a pesar de la pandemia tenemos un gran reto en el horizonte y es no permitir que se agudice la brecha de desigualdad social y de acceso a una educación.

No olvidemos que esta pelea la damos todos. No olvidemos por un segundo que nuestra comunidad educativa está compuesta por hombres y mujeres que tienen las mismas necesidades que nuestras familias, los mismos dramas, los mismos sueños, las mismas ilusiones. Reconocerlos desde esa humanidad nos involucra, nos afecta positivamente, hace que todo tenga un significado.

Celebremos el Día Mundial de los Docentes así, reflexionando y demandando un sistema de apoyo personal y social, ciertamente los docentes necesitan contar con apoyo técnico, pero sobretodo con acompañamiento emocional, para agenciar la resiliencia para sí mismos y sus familias, necesitan respaldo manejar posibles situaciones económicas y soporte para desarrollar habilidades para preservar su salud, porque si ellos no están en condiciones óptimas nuestra educación tampoco lo estará.