Por Félix Bautista
Cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la Conferencia Sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Rio de Janeiro celebrada el 14 de junio de 1992. Cada año, se escoge un lema distinto para recordar la relevancia de este líquido tan vital.
El agua es fundamental para la agricultura, la industria, el transporte, la producción, la generación de energía, la salud, la vida y el desarrollo sostenible inclusivo. Su demanda aumenta cada día y su importancia es vital para la supervivencia humana.
En el año 2010 la Asamblea General de Naciones Unidas, mediante la Resolución 15/19, reconoció por primera vez el derecho humano al agua y al saneamiento, consignando que “el agua potable pura y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos”. Los países suscribientes de esta resolución se comprometieron a proporcionar los recursos necesarios para apoyar la capacitación e introducir recursos tecnológicos para asegurar a su población el acceso a agua limpia, accesible y asequible para todos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en las dos ultimas décadas (1990-2020) se ha evidenciado un progreso significativo, ya que más de 2 mil 300 millones de personas lograron acceder a mejores fuentes de agua potable. Sin embargo, a pesar de esta cifra, más de 700 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable que le garantice una vida sana. Se estima que de 2 millones 300 mil personas que mueren cada año, cerca de 400 mil (17%), están vinculadas al consumo de agua contaminada.
Mejorar estos indicadores es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas al año 2030. Para lograrlo es indispensable trabajar en la educación hídrica.
La educación hídrica es uno de los temas asumidos por la UNESCO, dentro del capítulo denominado Programa Hidrológico Internacional (PHI). Su finalidad es promover el conocimiento científico a través de la capacitación de especialistas hídricos, responsables de tomar decisiones para implementar políticas publicas. Implica, además involucrar a los medios de comunicación en los temas relativos al agua, de manera que su poder de influencia esté al servicio de orientar a la población sobre a la problemática del agua.
El gran desafío es la capacitación de los recursos humanos adecuados, que permitan multiplicar los programas de formación en materia de agua y saneamiento. Para lograr este propósito, la UNESCO creó en el año 2002 el Instituto UNESCO-IHE (Instituto para la Educación relativa al Agua), que ha venido desarrollando programas de maestrías en coordinación con centros académicos de altos estudios de países en desarrollo, con más de 20 especialidades; ha impactado el nivel de educación media y superior, promoviendo programas inter-disciplinarios e iniciativas de investigación en materia hídrica; y ha diseñado programas de educación hídrica para niños y jóvenes, con la intención de que se introduzca en los programas de estudios de educación primaria, los aspectos relacionados con la educación hídrica en las escuelas.
Para acelerar las iniciativas y responder el gran desafío de preservar los recursos hídricos, la Asamblea General de la ONU, en fecha 22 de marzo de 2018, proclamó que el período 2018-2028 sería el “Decenio Internacional para la Acción Agua para el Desarrollo Sostenible”. Se estableció que durante este período debía prestarse mayor atención al ordenamiento de los recursos hídricos de manera que se puedan lograr los objetivos y metas que se han convenido a nivel internacional en relación al agua en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 2030.
El Secretario General de la ONU, António Guterres a propósito de la reciente celebración del Día Mundial del Agua, ha anunciado que el lema de este año será “Valoremos el agua”, e indica que “El agua tiene un valor profundo y complejo. No hay aspecto del desarrollo sostenible que no dependa fundamentalmente de ella.”
Explicó que si seguimos el ritmo actual, no se garantiza que “al 2030 todo el mundo tenga acceso al agua y el saneamiento, como se establece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6”. Esta afirmación coincide con lo planteado por la UNESCO, que prevé que en un escenario similar, al 2030, el mundo se enfrentará a un déficit del 40% de agua.
Para evitarlo, es fundamental asumir la posición que recientemente ha expresado el Papa Francisco, sobre regular el acceso al agua potable en el Planeta, en un comunicado enviado a la agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo para erradicar el hambre (FAO): «Es urgente una cobertura jurídica vinculante, un apoyo sistemático y eficaz para que a todas las zonas del planeta llegue, en cantidad y calidad, el agua potable». Hay que «trabajar para terminar con la contaminación de los mares y los ríos, de las corrientes subterráneas y los manantiales», promoviendo cambios en los estilos de vida. El Papa ha hecho una invitación al mundo vivir «con sobriedad» y poner en práctica la solidaridad, de manera que podamos utilizar el agua de manera racional.
Todos los Estados deben crear las condiciones jurídicas para lograrlo, ya que tal como ha expresado el Pontífice, existe un gran “riesgo de contaminación de los alimentos y de propagación de enfermedades infecciosas, que afectan al estado nutricional y a la salud de las personas» y eso se debe a » la mala calidad del agua utilizada en su producción, procesamiento y preparación». Garantizar agua de calidad es indispensable para la vida, la salud y la riqueza. Para lograrlo hay que proteger el planeta. Proteger el planeta es garantizar el agua.