La Ley 331-09 declara el día 31 de octubre de cada año como Día Nacional de la Comunidad Evangélica y Protestante en República Dominicana. Esta fecha se hizo coincidir con la celebración de uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad, a decir, la Reforma Protestante, que como movimiento religioso tuvo su punto más elevado el 31 de octubre de 1517, cuando Martín Lutero clavó sus Noventa y Cinco Tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, Alemania, mediante las cuales enfrentaba el sistema de indulgencias por medio de las cuales se pretendía comprar favores después de la muerte y cuestionaba a la vez el poder papal.

Aunque las figuras de Lutero, Calvino, Zwinglio y Knox son vistas como las paladines de la Reforma Protestante, es bueno resaltar que antes que ellos se escucharon voces proféticas y revolucionarias procurando que la iglesia volviera a Cristo y se alejara de las prácticas profanas que desde el siglo cuarto habían penetrado el cristianismo. Entre esos precursores están Pedro Valdo, Juan Hus y John Wyclif.
La situación política y económica de la Europa pre-reforma representó un terreno bastante fértil para que la semilla reformadora germinara. Reinos del viejo continente encontraron en la Reforma Protestante la salida más inteligente para desvincularse del poder que ejercía Roma y el Papa sobre las finanzas locales de los pueblos, debido a los tributos que la iglesia les imponía.

El propósito de los reformadores nunca fue crear nuevas instituciones religiosas, sino más bien realizar las transformaciones necesarias para que el cuerpo de Cristo, la iglesia, viva acorde con lo establecido en el Evangelio. Es evidente que la iglesia romana había construido una estructura tan rígida, que ya no resistía ser reformada y es así como surge todo el movimiento protestante en sus distintas manifestaciones, logrando expandirse rápidamente, gracias entre otras cosas a la imprenta, al renacimiento, al apoyo político y económico de reinos europeos, pero sobre todo, al respaldo espiritual que desde el cielo recibieron los reformadores.