Como cada año, la basílica de Higüey se convirtió ayer en un centro de perenigración y muestra de fe de los creyentes católicos que acudieron a celebrar el Día de Nuestra Señora de La Altagracia.
Unos acuden a pedir a la virgen por alguna meta no alcanzada y otros en agradecimiento por mejoras en salud o haber obtenido un bien. Tal es el caso de María Cortez, quien llegaba desde Puerto Plata a dar gracias a la virgen por el nacimiento de su hija. Tenía varias horas en una fila con su niña en brazos en espera de poder entrar al templo.
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“Hace mucho le pedí tener una niña porque había tenido varios embarazos y los perdía. La virgen es muy milagrosa, le he pedido muchos favores y ella me los ha concedido”, expresó.
Cecilia Luis llegó desde Barahona a adorar a La Altagracia a quien atribuye curarle y evitarle una cirugía intestinal que tenía ya programada. Llevaba dos días en adoración en la iglesia. “Uno siente la gracia, ella me ha hecho mucho milagros”, dijo emocionada Luis, quien viajó acompañada de un grupo de parientes.
Igualmente Yaquelin Richard, de nacionalidad haitiana, quien agradece a la virgen el haber conseguido documentos para estar en el país de manera regular, así como volver a tener sus hijos que estaban bajo custodia del Consejo para la Niñez y la Infancia.
Precisamente desde Haití también llegan cientos de creyentes que pernoctan en la explanada de la Iglesia o en estancias desde el día anterior para conmemorar el 21 de enero. También vienen haitianos desde distintos pueblos de la frontera y otras provincias. Para ellos se ofrece una misa en creole.
Las misas inician desde las 5:30 am y por limitaciones de espacio, muchos tienen que esperar horas en una fila para entrar en la iglesia y en ocasiones en medio de empujones.
Desde el día anterior los alrededores de la basílica se convierten en zona de alto flujo de feligreses, vendedores, policías transportistas y personas que acuden a buscar dádivas. Autoridades montan operativo de seguridad.