Diabesidad, la nueva epidemia infantil: enemiga por partida doble

Diabesidad, la nueva epidemia infantil: enemiga por partida doble

En los países en desarrollo, las amenazas a la salud infantil parecen no tener fin. Como si no fuera suficiente con la persistencia de una elevada mortalidad por múltiples trastornos de tipo infeccioso (diarrea, infecciones respiratorias agudas, tuberculosis, malaria, dengue y SIDA, entre otros), ahora también nuestros niños se enfrentan a un problema que esperaríamos encontrar sólo en países con altos ingresos.

Estamos hablando de la diabesidad, nombre con el que los expertos en medicina infantil han bautizado a una enfermedad que combina la obesidad con la diabetes y cuya causa, si bien tiene una base genética, se debe preponderantemente a la mala calidad de la comida que damos a nuestros hijos: exceso de carbohidratos y grasas que les aportan calorías vacías y ausencia casi total de verduras, frutas, vegetales y otros alimentos ricos en fibra y vitaminas.

Considerada como la nueva epidemia infantil –sólo en Estados Unidos, uno de cada tres niños nacidos en el año 2000 contraerá diabetes en algún momento de su vida, de acuerdo a las estimaciones realizadas por los Centros para el Control y Prevención de las enfermedades (CDC)–, la diabesidad tiene otro aliado: la vida sedentaria.

Encantados por el flautista de Hamelin que parece habitar en cada televisor, computadora o videojuego que hay en la casa, nuestros niños permanecen largas horas sentados; apenas hacen ejercicio y practican cada vez menos deporte.

Por ahora, lo único visible es un niño “llenito”, eufemismo detrás del cual los padres escondemos la gordura de nuestros hijos, cuyas rozagantes caras nos envían falsas señales de salud; dentro de unos años, si no introducimos cambios en sus estilos de vida –y en los nuestros-, con muchas probabilidades, les veremos enfrentar las severas complicaciones de la diabetes.

[b]GRAVE ENFERMEDAD[/b]

La diabetes tipo 2 es un trastorno del sistema metabólico del cuerpo que avanza lentamente y afecta profundamente todas las células. Fundamentalmente, es la incapacidad de las células para absorber glucosa, fuente de la energía que necesitan los músculos, nervios y el cerebro para funcionar.

Cuando el azúcar no puede ingresar en las células, se acumula en la sangre y, con el tiempo, puede conducir a infartos cardiaco y cerebral, insuficiencia renal, daños a los nervios, ceguera y amputación de extremidades.

Antiguamente, la diabetes tipo 2 era llamada diabetes del adulto: casi todas los afectados tenían menos de 30 años. Pero ahora, el tipo 2 afecta a niños hasta de 4 años.

[b]COMBATA LA DIABETES INFANTIL[/b]

Los expertos en diabetes infantil exhortan a los padres a que tomen medidas tendientes a evitar que los niños desarrollen la enfermedad; las siguientes son sus recomendaciones para que nuestros niños coman mejor y se muevan más:

Comenzar temprano. Un estilo de vida saludable debería comenzar en la infancia, antes, incluso de que se presente el problema de la obesidad. Se ha comprobado que los más pequeños están mucho más dispuestos que muchos adolescentes a aceptar la guía de los padres.

Limitar la televisión. Las horas que el niño pasa frente al televisor no deben pasar de una a dos por día. Los niños no sólo están completamente inactivos mientras ven televisión (quemando menos calorías que si estuvieran leyendo o jugando Monopolio), sino que están expuestos a una gran cantidad de publicidad de comida chatarra.

Eliminar los carbohidratos malos. No todos los carbohidratos son iguales y ahora tenemos un sistema para evaluarlos. El índice glicémico, o IG, asigna a los alimentos con carbohidratos un número basado en la forma en que afectan el azúcar en la sangre después de ingerirlos. Los que tienen un bajo IG, como muchas frutas y vegetales y legumbres (frijoles, lentejas, garbanzos), y los panes y pastas con harina de trigo entero sólo causan una pequeña elevación en el azúcar de la sangre; los alimentos con un IG alto, como los panes y pastas de harina blanca, así como otros productos refinados o altamente procesados, elevan mucho más el azúcar en la sangre.

Beber más leche. La leche no solamente fortalece los huesos, también podría reducir el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, un problema metabólico llamado Síndrome X, que no sólo puede llevar a diabetes tipo 2, sino que también aumenta el riesgo de dolencias cardíacas.

Beber menos gaseosas. Las sodas, jugos y otras bebidas azucaradas engordan a los niños. Opte mejor por el agua fresca y las bebidas naturales.

Comer en casa siempre que sea posible. Las comidas preparadas en casa habitualmente tienen menos grasa y menos calorías, y los padres pueden controlar mejor las porciones.

Hacer ejercicio en familia. Salgan a caminar, naden, monten bicicleta, jueguen a la pelota. No sólo estarán fortaleciendo sus cuerpos, sino que también mostrará a sus hijos que las mejores cosas de la vida no se encuentran en la televisión o en una bolsa de papas fritas.

Premiar los esfuerzos. Los niños necesitan ser recompensados por optar por hábitos saludables. Pero tenga cuidado con la recompensa; el mayor error que pueden cometer los padres es ofrecerles algo relacionado con la comida como premio por bajar de peso. Hágales saber que alcanzar un peso saludable no es un acontecimiento súbito, es un proceso que requiere tiempo y algunos cambios permanentes en el estilo de vida.

Hablar sobre nutrición. Dígales que los alimentos saludables les ayudan a crecer. Con los más pequeños, hable de cómo la leche ayuda a crear huesos más grandes y fuertes. A los adolescentes, recuérdeles que las frutas y vegetales pueden saciarlos y ayudarles a lucir bien.

Finalmente, ayude a sus hijos a mantener su autoestima alta. Recuerde que un plan para mejorar la alimentación y aumentar la cantidad de ejercicio no tiene que ser aburrido. El humor y la empatía son cruciales. Después de todo, son niños.

[b]IMPORTANTE[/b]

¿Predisposición o hábito?

Algunas personas son más susceptibles a la diabetes tipo 2 porque nacen con una predisposición genética. Si su niño desarrolla la enfermedad, el riesgo de sus hermanos aumenta dos veces. Uno de los padres con diabetes tipo 2 duplica el riesgo del niño; si ambos padres la padecen, el riesgo es mucho mayor.

Pero los genes no son el destino. Incluso los niños con serios antecedentes familiares pueden prevenir, o por lo menos retardar, la diabetes evitando un factor de riesgo aun mayor que la genética: una vida sedentaria o una alimentación inadecuada.

[b]NO ESPERE[/b]

Reconozca los síntomas

Muchos niños (y adultos) con diabetes no muestran síntoma o los tienen tan leves que no se notan. Si su niño tiene sobrepeso, haga una cita con el médico si muestra cualquiera de estas señales de posible diabetes tipo 2:

Sed excesiva

Frecuentes deseos de orinar

Hambre que no se quita

Pérdida de peso sin razón aparente

Fatiga constante

Irritabilidad

En adolescentes y preadolescentes, vigile si muestran trastornos relacionados con la resistencia a la insulina como son: acanthosis nigricans (axilas y cuello renegridos), hipertensión, colesterol elevado, triglicéridos elevados o síndrome de ovario poliquístico.

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