El sedentarismo no solo contribuye al aumento de peso, sino que con el tiempo también afecta negativamente la capacidad del cuerpo para regular la glucosa
Por: Doctora, Joselyn Torres
La diabesidad en términos simples es el binomio entre la diabetes tipo 2 y la obesidad.
Ambas son patologías que lastimosamente se han tornado comunes en nuestra población.
La diabesidad se caracteriza por un exceso de grasa corporal, especialmente alrededor de la cintura, que puede llevar a una resistencia a la insulina y, en última instancia, a la diabetes tipo 2.
Este fenómeno ha ganado relevancia en los últimos años debido al aumento alarmante de la prevalencia tanto de la diabetes tipo 2 como de la obesidad en todo el mundo.
El término diabesidad no es algo nuevo en Medicina, fue inicialmente acuñado por Ethan Sims en 1973, que subrayó la frecuente coexistencia entre obesidad y diabetes tipo 2, de la que, por otra parte, existen numerosas observaciones directas e indirectas, en antiguos escenarios históricos.
La asociación de ganancia de peso con la aparición de diabetes y la confirmación de que la pérdida del 10% del peso corporal pueda inducir remisión de la hiperglucemia, son ejemplos claros de la relación existente entre obesidad y diabetes.
Dentro de las propuestas más aceptadas sugieren que su origen nace del exceso de masa grasa como elemento promotor de la alteración del metabolismo hidrocarbonado a través de favorecer la resistencia insulínica y posteriormente, la deficiencia de insulina y el desarrollo de hiperglucemia.
Para muchas personas, el término obesidad lo tienen presente solo como un problema estético y desconocen que la misma es una condición de enfermedad, considerada como una inflamación sistémica que desencadena situaciones en nuestro organismo como trastorno en sí solo o antesala de múltiples enfermedades metabólicas.
La prevalencia de obesidad y diabetes crece de forma continuada no solo en nuestro país, sino en el mundo, y las evidencias indican que el exceso de tejido adiposo representa un factor claro de riesgo para el desarrollo y el deficiente control de la diabetes.
Una aumenta el riesgo y gravedad de la otra
Uno de los principales desafíos de la diabesidad es que estas dos condiciones interactúan de manera sinérgica, lo que significa que la presencia de una, aumenta el riesgo y la gravedad de la otra.
La obesidad, en particular, es un factor de riesgo importante para el desarrollo de la diabetes tipo 2.
Además, la diabetes presenta un círculo vicioso, ya que puede contribuir al aumento de peso y la dificultad para perderlo.
La insulina, una hormona clave en el metabolismo de la glucosa, también regula el almacenamiento de grasa. En individuos con resistencia a la insulina, la capacidad del cuerpo para utilizar eficientemente la glucosa se ve comprometida, lo que lleva a un aumento en la acumulación de grasa.
La alimentación juega un papel crucial en la diabesidad. Una dieta rica en calorías vacías, grasas saturadas y azúcares añadidos puede contribuir al aumento de peso y al desarrollo de la resistencia a la insulina. Por otro lado, adoptar un patrón alimenticio saludable, con énfasis en frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras, puede ayudar a controlar el peso y mejorar la sensibilidad a la insulina.
La falta de actividad también física es un factor determinante en la diabetes.
El sedentarismo no solo contribuye al aumento de peso, sino que también afecta negativamente la capacidad del cuerpo para regular la glucosa. Incorporar ejercicio regular en la rutina diaria puede mejorar la sensibilidad a la insulina, ayudar en la pérdida de peso y reducir el riesgo de complicaciones.