Dialogo con Andrés Neuman, escritor

Dialogo con Andrés Neuman, escritor

A pesar de su juventud, el premio Alfaguara de Novela 2009 tiene una visión muy amplia de la vida, la historia, la filosofía, la política y la poesía que vierte en su impactante novela “El viajero del Siglo”.

El ganador del Premio Alfaguara de Novela estuvo aquí. Promocionando su novela “El viajero del Siglo” y compartiendo opiniones con sus lectores y con los jóvenes aspirantes a escritores aglutinados en varios talleres literarios.

El valioso encuentro con los talleristas tiene una razón de ser, Andrés Neuman es un joven como ellos, que sin embargo ha tenido una premiada y sorprendente trayectoria a sus pocos años.

Nacido en Buenos Aires en el 1977, Andrés Neuman disfruta de una extensa gira por todos los países de habla hispana, donde se distribuye su novela y celebra la buena nueva de que la misma será traducida al francés, al portugués y al holandés.

La traducción le produce una emoción más especial de la normal, ya que su novela está concebida -como El Quijote- como una novela traducida al español.

Y es que no cabe dudas que Andrés Neuman es un escritor valiente y ambicioso, que fue capaz de concebir y escribir una novela como esta, que se desarrolla en un pueblito inventado -lleno de fronteras y víctima de los cambios políticos de la Europa Postnapoleónica.

Con muchos personajes, principales y secundarios, con voces propias, provenientes de distintos espacios, países, lenguas, culturas y con un punto en común: un sentirse de ningún lugar, un anhelo de irse a cualquier otro lugar y una inmovilidad pesaroza e inexplicable.

El telón de fondo es el siglo XIX, pero la narrativa es definitivamente del siglo XXI, él se lo planteó de dos maneras, que el lector sintiera como si estuviera haciendo zapping -cambiando de canal con un control remoto- y como si un  helicóptero lleno de cámaras aterrizara en un pueblecito del siglo XIX.

“El otro día se me ocurrió una imagen que es como muy elocuente. Meter un helicóptero dentro de un carruaje. ¿Cómo sería, qué pasa? El carruaje se echa a volar el  el helicótero se ralentiza o las dos cosas. Tiene una parte de descripción del ambiente antiguo y sin embargo suceden una serie de cosas que no tienen que ver con el pasado”, explica Neuman.

“Si te fijas, Wanderburgo tiene un entorno rural, pero es una ciudad. Me interesaba precisamente la tensión campo ciudad. Por eso  Hans está entre dos mundos en muchos sentidos y también en este. Está enamorado en una mujer que vive en el centro de la ciudad, pero su mejor amigo vive en una cueva en el campo”, explica.

Una de las técnicas narrativas que usa Neuman en esta novela es la simultaneidad de diálogos y de temas que se suceden como si de una conversación normal -que es interrumpida a veces y otras se queda sin conclusión de un tema, pasa una cosa risible y va de lo académico a lo cotidiano con ironía y humor, de lo sublime a lo grotesco, como la vida misma.

“Necesitaba que esos diversos planos o algunos de ellos, fueran cómicos o más osados porque en ningún momento quería, y creo que al final lo logré, que hubiera una página entera en que alguien teorice sin que pasase algo que desmitificara ese pensamiento”, argumenta.

Tras durar seis años escribiendo esta novela, como una serie de sentidos abiertos, sentidos que son debidamente  completados, primero por los lectores y segundo por los traductores.

“Muchas veces los traductores, sobre todo cuando al final el libro tiene alguna ambigüedad imaginan una resolución para la historia muchísimo mejor que la que uno había planeado”, afirma.

Eso pasa también con los personajes, a los que define como una sustancia química “y esa sustancia química entra en contacto con el lector y el resultado es imprevisible. Algún personaje que puede parecer miserable a algunos lectores le puede parecer sincero y otro que sufre, no le creen y de pronto un personaje heróico al lector le puede parecer un hipócrita”.

Además del privilegio de que lo lean, Andrés Neuman con la participación de los lectores, va completando “el rompecabezas del libro”.

Novela de guiños

Con la creación de Wanderburgo, el autor hace un homenaje a otras ciudades literarias como Comala (de Juan Rulfo) o Macondo (De García Márquez). Lográ además cumplir con una tradición de familia, que son todos músicos, profesión que él mismo debió abrazar “si no hubiese sido porque mis genes me salieron ingratos”.

Sin embargo ha aceptado como válida la teoría de su madre de que su formación musical no cayó en saco roto, y se refleja en esta novela sonora y musical, en cuyos papeles principales está un organillero a través del cual le rinde homenaje a Franz Schubert.

“Un organillero como alguien que garantiza que el mundo siga girando, porque él gira la manivela, siempre hay una emoción musical. Me gusta cuando leo, no solo cuando escribo, sentir que hay alguien que me canta bajito al oído, la historia”, cuenta.

Frases y pensamientos

Tiempo para leer

“Me da tristeza  que alguien diga que no tiene tiempo para leer, porque lo que no saben los que no leen es que la lectura y la literatura fabrican tiempo. El que pasa una tarde leyendo ha ido muy lejos, ha aprendido mucho y ha vivido muchas cosas en pocas horas.

Nuevas tecnologías

“No han hecho más que aumentar la palabra escrita. Internet no es más que una infinita biblioteca de palabras escritas”.

Opinión sobre críticos

“Son una especie dentro del ecosistema literario. No son  más importantes que el autor, pero hay que estar claro que son distintos y cumplen otra función. La crítica así en abstrato me parece muy bien porque me parece imprescindible”.

Ganando y perdiendo espacio

“A nivel de prensa la crítica ha bajado mucho porque hay menos espacio que antes para la crítica literaria, sin embargo se ha abierto un espacio que antes no existía, que es el de los blogs e Internet.  Se ha ampliado la frecuencia para arriba y para abajo. Aquí caben cosas tan vergonzosas, indecorosas y resentidas que ninguna revista de provincias publicaría jamás, pero también caben ensayos tan largos, profundos y exhaustivos que ningún periódico sería capaz de publicar, porque no hay ni espacio ni lectores para eso. Entonces en el blog caben cosas mucho peores y miserables  que en la prensa oficial y mucho mejores también”.

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