Con su habitual desenfado, Armando Almánzar desobedeció el consejo del ministro de Cultura, José Rafael Lantigua, de que se fuera comprando un saquito para la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Literatura 2012 que acababa de ganar. Prefirió rescatar del armario uno de los veteranos, ese que lo ha acompañado desde hace décadas a las entrevistas, puestas en circulación de libros, retransmisiones de las ceremonias de entrega de los premios Oscar, y que de tanto disimular su endeble figura, a veces llega primero que él a los estudios de televisión o a los salones de acto.
En honor a los servicios prestados, Armando quiso que su saquito fiel viviera con él la satisfacción de recibir el pergamino y el millón de pesos del galardón a una obra llena de cuentos y películas.
El reconocimiento, que es el más prestigioso que se entrega a un escritor en República Dominicana, pudiera generarle presión creativa a otro artista, provocarle episodios de sequía, insomnio por el futuro de su reputación; pero no a Armando, quien es como es y dispara palabras como metralla.
AA Tengo muchos textos esperando turno para ser publicados. Este año, por ejemplo, sale la precuela del capitán Cardona, y el Ministerio de Cultura va a publicar para la feria del libro un tomo con tres de mis novelas cortas.
Con éstos, la obra de Armando sumará once libros de cuento y seis novelas, cantidad con calidad digna de un escritor de alto calibre como él que, sin embargo, sigue siendo más conocido como crítico cinematográfico.
LMG ¿Te afecta esa ignorancia sobre tu obra literaria?
AA Profundamente, porque me doy cuenta de que en nuestro país se lee muy poco. He estado en librerías de México, Madrid y Barcelona, y he visto a las personas hacer largas colas para pagar los libros que han comprado. Es decir, que allí se compra y se lee libros, aun a pesar de la crisis económica. En cambio aquí, periodistas, gente del medio y hasta intelectuales, no saben que soy escritor y se sorprenden cuando se enteran.
Cuentos en 35 milímetros. Ese desconocimiento sobre su labor literaria no ha afectado, sin embargo, la elevada valoración que tienen los entendidos sobre su obra. Armando ha ganado en tres ocasiones el Premio Nacional de Cuento, por sus libros Marcado por el mar, Ciudad en sombras: los casos del capitán Cardona, y Thanksgiving day. Comenzó su carrera obteniendo el primer lugar en el concurso de cuento organizado por el grupo La Máscara, en el que fue jurado nada más y nada menos que Juan Bosch, maestro dominicano del cuento; y luego ganó el primer lugar en el reputado Concurso de Cuento de Casa de Teatro. El Premio Nacional de Literatura, que le han concedido a unanimidad, no es un hecho fortuito, por tanto; descansa, como se ve, en una fructífera carrera narrativa que en los últimos años ha incluido la novela.
LMG Cuento y novela sí, pero poesía parece que nunca
AA Ni siquiera cuando yo era un muchachón de quince años, edad propicia para enamorarse y piropear a las muchachas con un yo soy tu Neruda, mamacita… nada, nunca he podido escribir ni dos estrofas poéticas.
LMG ¿Quizás un ensayo sobre el cine?
AA Tal vez, aunque pienso que ya no voy a profundizar más mis conocimientos sobre cine. La forma en que hago crítica de cine está basada sobre todo en lo que yo pienso de una película, y elaboro el comentario sin mucho preámbulo, sin darle muchas vueltas; claro, me refiero a algunos elementos técnicos, como la fotografía o el montaje, pero lo esencial para mí es que la película te haga pensar.
El cine se metió temprano en la literatura de Armando y convive con ella en armónico maridaje. Ya he dicho en otra parte que sus cuentos, más que leerse, se ven, son imágenes en movimiento, sucesión de planos, conjunto de secuencias, cuentometrajes, en fin. Con más de cincuenta años haciendo crítica cinematográfica, Armando está plenamente facultado para evaluar el cine dominicano, al que considera le siguen faltando buenos guionistas. Pero se avanza poco a poco. Comenzamos bien con Pasaje de ida y Nueva Yol, pero después nos caímos con Para vivir o morir y un reguero de comedias tontas. Aunque hay que decir que no tenemos la exclusividad de los disparates; los americanos hacen películas idiotas por docenas todos los años. Desde Forrest Gump, que fue una gran película, todos los imbéciles norteamericanos triunfan, incluyendo a Bush.
Armando ha fundido magistralmente el cine y la literatura, y de uno y otro oficio, le han ido quedando amigos de ficción que lo acompañan y que, como dijo en sus palabras de agradecimiento por el Premio Nacional de Literatura, lo hacen un hombre feliz. Cito esta parte de su discurso que me conmovió particularmente: Tengo un gato todo despeluñado que no me deja olvidarlo, tengo un niño de feliz infancia y su martillo, tengo a un tal Chichí Salsa lleno de agujeros negros, a un Arquímedes que se sale con la suya gracias a un Trujillo acribillado, a un buen señor que pierde la memoria y se cree asesino despiadado, a un capitán Cardona demasiado honesto para ser un héroe y mucho menos rico…
Le faltó mencionar a su saquito, leal compañero de batallas que la noche de la ceremonia del premio lució yo estuve allí más elegante que nunca.