Dialogo con Joan Prats
“Si uno se dedica, logra su objetivo”

<STRONG>Dialogo con Joan Prats</STRONG> <BR>“Si uno se dedica, logra su objetivo”

Joan Prats desperdició la oportunidad de aprender catalán con su abuelo Antonio Prats Ventós, el gran escultor barcelonés que encontró en nuestra isla la paz necesaria para crear un nuevo universo de metal y madera. Tampoco se sometió al sacrificio de repetir en clase la letanía “jo estic aprenent catalᔠmientras estuvo estudiando en Barcelona. “Pero creo que aún estoy a tiempo”, dice este periodista, publicista y escritor dominicano de treinta y tantos años.

Lo que sí le reportó su ascendencia familiar y la temporada vivida en aquella ciudad fue la idea y el impulso para escribir su primera novela: “El dedo mayor de la realidad me saluda”, la historia de un estudiante, David Ferrer, que distrae el tiempo de la maestría que fue a cursar en Barcelona para dedicarse a escribir una novela.

LMG David Ferrer parece un Joan Prats desdibujado por la ficción.

JP No, sólo tenemos tres cosas en común (ser dominicanos estudiando en Barcelona, tener deseo de ser escritores y la afición al Tekken, un videojuego de lucha); pero luego nos separamos y él cobra vida propia.

Joan confiesa que David llegó a agobiarlo hasta el punto de que quiso matarlo en un accidente de tránsito, contrario –quizás– a lo que le habría ocurrido con Origami,  apodo de Alejandro, experto en manejar el papel para enrollar porros de hachís, y que deviene en un personaje tan entrañable, tan especial, que por momentos opaca al protagonista.

LMG ¿Tiene Origami un referente o es totalmente inventado?

JP Aunque hubo una persona que compartió el apartamento conmigo mientras estuve en Barcelona, Origami es una invención, y tomó tanta fuerza que llegó a dictarme lo que quería decir o a indicarme lo que deseaba que le sucediera, si bien lo hacía de una forma sutil, porque Origami no es de las personas que se imponen.

Al lado, y en ocasiones detrás de David y Origami, figuran Laura, hermosa muchacha de la que se enamoran David y los lectores; Natalia, un volcán en miniatura que despierta deliciosos sentimientos de amor y odio en el protagonista; Katia, amiga comprensiva que habita en la imaginación y se manifiesta sólo a través del delirio; Andrés, anacoreta urbano que ha entrado en crisis por la desaparición de una rata; y por supuesto, Barcelona…

Barcelona es “bona”. David y sus amigos se mueven desenfadadamente por la fascinante Barcelona. Sin embargo, salvo un rápido vistazo a Passeig de Gracia, Les Rambles o al MareMagnum del Port Vell, la ciudad aparece muy al fondo, como si Joan evitara deliberadamente caer en la tentación de darle un rol protagónico.

JP Lo llegué a considerar, pero luego de algunas lecturas y de ver algunas películas, en especial las de Woddy Allen que se desarrollan en Manhattan, aprendí a manejar el entorno sin que compitiera con los personajes ni con la historia; procuré que todo quedara en equilibrio.

Viendo y escuchando a los personajes de Joan, jóvenes que se comportan como tales y hablan en su jerga, uno pensaría que son cabezahuecas, unos “loquitos viejos” que no saben a dónde van ni lo que quieren. Sin embargo, una lectura atenta de sus actitudes nos demuestra que son profundamente honestos -indudablemente auténticos- sobre su visión de las cosas y la manera de enfrentar los obstáculos.

LMG ¿Son así los jóvenes o tú contaminaste a tus personajes con tu idea de lo que deberían ser?

JP Traté de no dejarme llevar por los estereotipos. Quise dejarlos hablar y escucharlos, llegar al corazón de cada uno, permitirles brillar por ellos mismos; en verdad, no tome mucho en cuenta lo de la edad, sólo cerré los ojos y los dejé ser. No sé si los contaminé con mi ideología, pero al menos creo que les di la oportunidad de expresarse.

La literatura, el gran personaje. Un momento crucial para el protagonista es el encuentro con el primo de Santo Domingo que descubre su farsa y le recrimina por su indisciplina. “Nada de lo que deseas se te cumplirá porque sí, tienes que fajarte como un maldito perro, todos los malditos días, esforzándote al máximo y aún así, el éxito no es seguro, especialmente si deseas ser escritor”, le dice el primo Guillermo a David, y parece decírselo al mismo Joan Prats y a todos los que quieren dedicarse seriamente a la literatura.

Vista bien, “El dedo mayor de la realidad me saluda” es una novela de amor: a la amistad, a una mujer, pero más que nada, al oficio de escribir, a la literatura, personaje omnipresente que se insinúa misteriosamente al inicio de cada capítulo y se impone de manera inesperada en las últimas líneas de la obra.

JP Me complace que mi obra pueda causar esa impresión, pero yo no quiero imponer pautas al lector, prefiero que cada quien tenga su propia experiencia con el libro, la lectura es una vivencia personal; lo que sí me gustaría que captaran los lectores es el mensaje de que si uno trabaja con disciplina, si uno se dedica, puede lograr su objetivo.

Las frases

Introducción del libro

Rechazó, por el momento, hilvanar coitos y derrames seminales, interjecciones inútiles, diez palabras procaces por párrafo (…) sólo para escandalizar y encandilar”. Carmen Imbert Brugal, palabras de introducción al libro.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas