Dialogo con Marianela Medrano
“¿Cómo separarme de lo que me ha llenado tanto?”

<STRONG>Dialogo con Marianela Medrano</STRONG> <BR>“¿Cómo separarme de lo que me ha llenado tanto?”

Como miles de mujeres dominicanas, Marianela Medrano le debe su exilio a Joaquín Balaguer.

Ella tenía dos poemarios publicados y todas las ganas de seguir escribiendo entre Santo Domingo y su natal Monte Cristi, cuando los disparates económicos de un Balaguer obsesionado por trascender como el gran constructor contemporáneo, provocaron que en 1990 empacara maletas y huyera de precios estratosféricos, largas colas en las gasolineras, escasez de productos, divisas en fuga, fraudes electorales y funcionarios y empresarios aprovechando descaradamente la crisis para aumentar sus riquezas. Desde entonces, Marianela vive en Connecticut, Estados Unidos, donde se ha graduado de doctora en Psicología y ha afianzado su carrera de escritora con varios poemarios más.

Veinte años  después regresa con “Diosas de la yuca”, un libro que navega hacia los orígenes de la isla, evocando la mirada serena y el canto feliz de una civilización sorprendida en su inocencia por conquistadores que impusieron su fe a cruz y a espada.

 LMG Escribes sobre lo taíno desde un ámbito anglosajón. Extraño camino de retorno, ¿no?  MM Sucede que lo taíno siempre estuvo muy enraizado en mí; yo nací en un campo de Monte Cristi y crecí escuchando historias sobre ciguapas y apariciones de indios; jugaba con mis amigos a desenterrar caritas y otras piezas taínas; y mi abuelo paterno me contaba historias relacionadas con este tema que se impregnaron en mi imaginario.

Ya adulta y echada traumáticamente del terruño, Marianela retomó el tema cuando preparaba su tesis doctoral. Había pensado hacerla sobre la identidad cultural y su influencia en las adolescentes latinas, pero sus asesores la objetaron porque no encontraron pasión en la propuesta. “Recordé que una de mis profesoras me dijo que uno no busca el tema de una tesis, sino que es el tema el que encuentra a uno. Así que me quedé tranquila, reflexionando, esperando que diera conmigo”.

Y el tema la encontró de una manera extraña. “Un día fui a navegar en canoa con mi esposo; era una tarde preciosa, la más hermosa que te puedas imaginar, estábamos en otoño y las hojas caían y se reflejaban en el agua, y repentinamente yo sentí que algo se apoderó de mí, una fuerza, no sé, y comencé a cantar el nombre de Anacaona”.

Esa experiencia cumbre, ese momento de éxtasis,  le inspiró la tesis y también poemas con los que terminó formando “Diosas de la yuca”, un libro que parecía predestinado, pues Marianela tuvo la epifanía durante una travesía en canoa por un río, coincidiendo con la creencia taína de que el agua tiene propiedades mágicas, curativas, de purificación; y celebró su historia cantando, como un areito con el que los taínos contaban la suya.

LMG ¿Qué descubriste de los taínos a través de la poesía, que no nos hayan contado los cronistas e historiadores?  MM “Diosas de la yuca” es un diálogo poético con los relatos de los cronistas, principalmente Cristóbal Colón y Fray Ramón Pané, de manera que no estoy diciendo nada nuevo, sino que propongo un enfoque distinto con el que trato de rescatar muchas de las cosas que se quedaron perdidas en  los pliegos de la historia oficial.

Marianela no comparte mi opinión de que los fragmentos de crónicas que encabezan algunos de sus poemas pudieran estropear el misterio de su esencia. “Pienso que no; esos poemas lo que hacen es conversar con la cita, responderle, cuestionarla. Lo que sí temo es que el lector, sintiendo que la cita es cerrada, aburrida, no quiera luego leer el poema. En todo caso,  la cita debe funcionar como un disparo que da comienzo al poema”.

“Diosas de la yuca” contiene cinco momentos: Crónicas, Tristeza urbana, Genealogía, Reflejos en el agua, y el que da título al libro. ¿Cuál es el hilo que los hilvana?

MM La multiplicidad que nos caracteriza como personas, la fragmentación que está presente en los dominicanos que han emigrado; esas cinco partes tratan de formar el todo que somos, lo taíno, lo hispano y lo negro; busqué deliberadamente esa multiplicidad de lentes.

“Diosas de la yuca” fue publicado en 2011 por la editorial madrileña Torremozas, la misma que ya le había editado a Marianela “Curada de espantos”, en 2002. Antes, en 1998, ella había abierto puertas en la literatura de habla inglesa con el poemario bilingüe “Regando esencias”. Y previo a su emigración, publicó en nuestro país “Los alegres ojos de la tristeza”, 1987, y “Oficio de vivir”, 1986, con los que, animada por Mateo Morrison y en compañía de otras cinco escritoras, recorrió media isla leyendo poemas, hablando con la gente. Ella no olvida aquella feliz experiencia. No quiere olvidarla, asegura.

MM Hay gente que dice que mi poesía no ha crecido porque no logro zafarme, pero yo no sé cómo hacer eso, ¿cómo separarme de lo que me ha llenado tanto?

Psicóloga que busca entender y ser comprendida, escritora exiliada pero anclada en el puerto de origen, Marianela es la dominicana que tuvo que zarpar pero no se fue nunca; sus ojos centellean con la puesta de sol que parece ocurrir un otoño en Connecticut y en realidad sucede en Monte Cristi, donde el reloj municipal que ilustra las postales turísticas se detuvo eternamente a las 5:47, la hora del recuerdo.

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