ISLAMABAD. AP. En momentos en que Estados Unidos y sus aliados intentan negociar un acuerdo de paz con el Talibán antes de la partida de Afganistán de todos los efectivos de combate en 2014, ha surgido un nuevo obstáculo: grupos rebeldes disidentes opuestos a ese pacto, lo cual complica la expectativa de Estados Unidos de dejar atrás un país estable.
Estos grupos armados inconformes mostraron hace poco su fuerza con dos asesinatos atrevidos, el de un jefe de alto rango del Talibán y el de un miembro veterano del Alto Consejo de Paz del gobierno afgano.
Estos nuevos hechos de violencia se suman a las dificultades para concertar un acuerdo con el Talibán a medida que se agota el tiempo cuando faltan dos años y medio para completar el retiro previsto.
Si no se entiende a todos estos nuevos actores en el contexto de la variedad étnica y de los numerosos grupos políticos que existen en Afganistán el país podría hundirse en una mayor guerra civil.
Yo soy muy pesimista, expresó Moeed Yusuf, del Instituto de Paz, que recibe financiamiento del Congreso estadounidense, en Washington.
Yusuf advirtió que en Afganistán parecen estar dadas las condiciones para sufrir una crisis como la de principios de la década de 1990 tras el retiro de la Unión Soviética.
En aquel entonces, las facciones rebeldes rivales, antes unidas contra los soviéticos, apuntaron después sus armas contra las demás, con resultado de decenas de miles de civiles muertos y una situación que allanó el camino para que el Talibán se hiciera del poder.
A medida que saltan a escena más sectores que buscan participar en las decisiones, se vuelve más difícil garantizar la concreción de un acuerdo de paz duradero, señaló Yusuf.
Cualquier tipo de paz que se logre, creo, no será sostenible, y a mi parecer quizá veremos una repetición de los sucesos de los 90, con un avance por algunos años y después todo comienza a derrumbarse, apuntó.
En un diálogo secreto que tuvo lugar en Qatar, Estados Unidos, con la colaboración de Alemania, emprendió el año pasado conversaciones clandestinas con el Talibán.
Un diplomático estadounidense de alto rango que solicitó el anonimato ante lo delicado del asunto dijo que es simple el objetivo de Marc Grossman, representante especial de Washington para Afganistán y Pakistán: concretar un acuerdo de paz en Afganistán.
Sin embargo, ese objetivo ha enfrentado numerosos problemas. El Talibán canceló a principios de año las conversaciones con el argumento de que Estados Unidos no había cumplido el compromiso de poner en libertad a prisioneros afganos en Guantánamo.
Para conseguir el regreso del Talibán a la mesa de diálogo, Estados Unidos dijo el pasado fin de semana que consideraba la propuesta de transferir a algunos prisioneros de Guantánamo a alguna cárcel en Afganistán.
Sin embargo, el portavoz del Talibán, Zabiula Mujahed, declaró a The Associated Press que el grupo desea que se ponga en libertad sin condiciones a los presos antes de reanudar el diálogo.
En los últimos seis meses, el Talibán ha librado combates cada vez más violentos con un grupo rebelde islamista llamado Hezb-e-Islami, dirigido por Gulbuddin Hekmatyar. La lucha se intensificó y se convirtió en una guerra total en algunas regiones en Afganistán. Hekmatyar fue un aliado de Estados Unidos y ahora figura en la lista de las personas buscadas por Washington. El Talibán teme que el grupo de Hekmatyar, cercano al gobierno del presidente Hamid Karzai y que ha sostenido conversaciones paralelas con los estadounidenses, concrete su propio acuerdo de paz.
Las fisuras en el movimiento del Talibán se han ampliado con el surgimiento de grupos disidentes opuestos a las conversaciones de paz.
A continuación un vistazo a algunos de esos grupos:
El Jihadi Shura de los Mujahedeen para la Unidad y el Entendimiento. Este grupo ha denostado las conversaciones del Talibán con Estados Unidos, exige una continuación de la guerra y censuró algunas escaramuzas entre el Talibán y otros grupos insurgentes.
Aunque se desconoce el tamaño del grupo, sus puntos de vista fueron expuestos en un comunicado que distribuyó en las zonas tribales de Pakistán cerca de la frontera con Afganistán, lo cual deja entrever que tiene amplio alcance entre los afganos que viven cerca de la frontera.
Consideramos las conversaciones en la presencia de los invasores cruzados una conjura que interfiere con el establecimiento de un verdadero sistema islámico, por el cual millones de jóvenes sinceros optaron por el martirio, se dijo en el comunicado, una copia del cual consiguió la AP.
El Frente Dadulá. Se cree que este grupo tiene su mayor fuerza en los reductos del Talibán en las provincias sureñas de Helmand y Kandahar. De acuerdo con los miembros del Talibán que conocen la organización, ésta es dirigida por Daddi Alá, hermano de Mulá Dadulá, un comandante del Talibán que había perdido una pierna y al que mataron en 2007 fuerzas de Estados Unidos. Con su muerte se puso fin a una oleada de decapitaciones y secuestros.
Daddi Alá amenazó con asesinar a los activistas que estén a favor de la paz y acusó de orquestar la muerte de su hermano al Talibán y su jefe, Mulá Mohammed Omar.
En mayo, el Frente Dadulá se atribuyó el asesinato de Maulvi Arsala Rahmani, ex rebelde talibán e integrante del Alto Consejo de Paz del gobierno. El grupo juró que mataría a cualquier que participara en conversaciones de paz mientras los soldados extranjeros permanecieran en Afganistán.
La Feday-e-Mahaz, o Brigada Suicida. Este grupo lo encabeza Omar Kitab, quien estaba alineado con Mulá Dadulá antes de la muerte de éste último. Kitab también era cercano a la shura militar del Talibán hasta principios de año, cuando se separó de esta tras el anuncio de las conversaciones con Estados Unidos. Kathy Gannon es corresponsal especial de The Associated Press para Afganistán y Pakistán, y está en Twitter como www.twitter.com/kathygannon. La periodista de la AP, Julie Pace, en Washington, contribuyó a este despacho.