Diálogo y flexibilidad

Diálogo y flexibilidad

Las enfermeras levantaron el paro de labores que habían convocado y las autoridades de salud promueven el diálogo en procura de acuerdos sobre reivindicaciones económicas. Los gremios han fijado plazos a los que sería aconsejable renunciar mientras se desarrollan las conversaciones. Nunca ha sido opción provechosa el diálogo a brazo torcido. El Gobierno, que está en falta, debería empeñarse por cumplir cada uno de los compromisos que haya asumido ante las demandas de enfermeras, médicos y otro personal mal pagado. No olvidemos que mientras se les regatea una mejora salarial a los servidores de la salud, el Estado dispendia recursos en el pago de una abultada nómina de vicecónsules y otros agregados del servicio exterior que en nada benefician al país.

Los paros en servicios como el de salud son inhumanos, irracionales y de grandes perjuicios para los más necesitados. Los médicos y las enfermeras deben sensibilizarse en cuanto a su papel en una sociedad como la nuestra. No se justifica utilizar las necesidades de atención de cientos de miles de enfermos como ariete para forzar la satisfacción de demandas económicas. La autoridad también debe valorar este punto y no cerrar las posibilidades de un diálogo constructivo. La responsabilidad de mantener los servicios de salud tiene que ser compartida entre todos. La flexibilidad de las partes en el diálogo es la válvula por excelencia para el entendimiento.

EL JUSTO ORDEN DE PRIORIDADES

Desde que se decidió invertir el 4% del PIB en educación, los argumentos más empleados son los que se refieren a la construcción de un número considerable de aulas, que sin duda alguna son necesarias. Pero se habla poco de mejorar la currícula profesoral. Es imperceptible el énfasis en el factor cualitativo de la enseñanza, que en nuestro país es una verdadera vergüenza. Jackeline Malagón, veterana educadora que fuera secretaria de Educación, juzga que invertir en la formación docente es más importante que construir aulas. Le sobra razón.

Nuestro principal problema educativo es de calidad profesoral y de funcionalidad del sistema educativo. Las aulas aportan poco a la enseñanza y hay quienes han aprendido debajo de los árboles, siempre que la calidad del docente lo permita. Queremos oír más énfasis en la capacitación del maestro.

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