Diálogo con  los artistas ganadores

Diálogo con  los artistas ganadores

El interés muy especial que provocan esta nueva edición del concurso y sus resultados, totalmente acordes con propósitos, planteamientos y requisitos, se reflejó en un evento apasionante, celebrado entre artistas, organizadores y público. En cierto sentido, cabía esperar que se hiciese esa actividad en “tres actos”.

Los artistas seleccionados demuestran un nivel de conceptualización y reflexión merecedor de seguimiento y susceptibles de intercambios públicos: este se manifestó gracias a cuatro premiados. El magnífico catálogo, por la misma índole del certamen y sus componentes se realizó después de la inauguración, y un contenido ejemplar imponía su presentación. Finalmente, el “performance”, emparentado con las artes escénicas, y categoría prácticamente omnipresente en las obras expuestas, culminó en una notable coreografía y una pieza contemporánea danzada… Nuestro texto dará prioridad al conversatorio con los artistas.

Diálogo y participación.  El Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, en sus últimas formas, destaca un carácter interactivo, ya que los miembros del jurado y los artistas intervienen en encuentros con el público.

Son iniciativas muy positivas –anteriormente no temieron la controversia y la confrontación aun– que aportan una vitalidad singular al certamen, invitando a los visitantes a una verdadera puesta en situación, más allá de la simple contemplación. El XXIV Concurso, siendo la visita de la exposición una experiencia necesariamente visual e intelectual,  se prestaba especialmente para tales vivencias interiores: interioridades del concurso, interioridad de los artistas. De ellos, cuatro personalidades diferentes: Yoel Bordas, Francisco (Pancho) Rodríguez, Sayuri Guzmán, Raquel Paiewonsky, se presentaron ante una nutrida asistencia, y Sara Hermann, como coorganizadora, introdujo a los ponentes, informando, ambientando y creando la expectativa.

Ahora bien, hubo un denominador común en las expresiones de cada artista: ellos transmitieron mensajes, generaron emociones y “llegaron” a los oyentes –sí, todos se sintieron implicados–, haciéndoles copartícipes de sus inquietudes, sus metas y sus respectivos procesos, desde investigación y labor “en equipo”  con los curadores hasta la realización definitiva. Ya habían expresado –y fue un deleite leerlos– por escrito, sus introspecciones creativas, el diálogo les permitió desarrollarlas en íntimas convicciones y referencias colectivas múltiples.

Sayurí Guzmán, con sus insólitas “Penitencias”,  valiente y valiosa, audaz y respetuosa, entregó sus ansias, sus conflictos, sus preguntas, casi sometiéndonos a las manchas del test de Rorschach, hasta alcanzar una suerte de terapia sicoanalítica que se percibió hondamente… Yoel Bordas, autor del “Plan de retiro”, supo sintetizar texto e imagen, boceto y obra terminada, evolución personal y cuestionamientos globales, ¡su dramatización esencial no es simplemente pictórica! Raquel Paiewonsky, la joven gran dama del arte contemporáneo dominicano, no solamente recordó a los objetivos muy certeros que le conocemos sobre el cuerpo y la condición femenina, sino que dio a apreciar su “obra performática pública”, sorprendiéndonos con la reacción participativa de sus modelos: su trabajo plural y particular, “Interludio” –mucho más que un episodio “inter”-“lúdico”–  se convirtió en esperanza compartida. Finalmente, Pancho Rodríguez, en su “imborrable” y suavemente golpeante “Que si fuere mil veces…”, se –y nos– sumergió en la historia, la actualidad y la problemática dominico-haitiana, a través de una experiencia personal y una increíble facilidad de expresión, provocando nuevas reflexiones.

La fase del diálogo con el público, sus preguntas y sus comentarios, estuvo precedida  por la  excelente intervención de Rafael Emilio Yunén, director del Centro León, que nos  comunicó la intensidad exitosa del concurso desde su “revolución” del 2010.

Fue una verdadera postura interpelante, una interpretación  a la vez radical y abierta, un discurso fehaciente del compromiso permanente, y ese sentir se transmitió a todos los asistentes a un evento memorable, en el marco privilegiado del Anfiteatro del Centro León.

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