Diamela: centro y faro

Diamela: centro y faro

Diamela, llegaste a nuestro hogar y lo iluminaste todo, con tu carita redonda y tus rizos que lucías adornados de prendedores, en adición a la fruición de pulseras y collares, ganándote el mote de “Barajita”.

Vivaz y extrovertida, la primera etapa de tu niñez la disfrutaste en una intensa relación familiar, en donde los viajes constantes con tus abuelos maternos de fines de semanas eran para ti de disfrute, aprendizaje y formación de ese espíritu competitivo con el que enfrentaste la vida, pues siempre regresabas con diplomas de las competencias en las que salías triunfadora.

Dedicada y responsable como solo tú supiste serlo, no hubo necesidad de decirte “Diamela ponte a estudiar”, más todo lo contrario, pues no fueron pocas las veces que te dije “mi hija, la vida tiene otras cosas” y en otras tantas debí apagar la luz de tú cómoda, pues te quedabas dormida estudiando hasta muy tarde, siendo del grupo sobresaliente del Colegio y la Universidad.

Desde muy pequeña desarrollaste tú carácter y personalidad únicos, que hicieron de ti una joven especial, lo que era reconocido por todos los que te conocían y que para mi tuvo su mayor connotación cuando los amigos y primos de tu amado Hamlet me decían “don Leo, es que como Diamela no aparecen”. Esa personalidad muy tuya, hija querida, la manifestaste desde muy niña y siempre narro aquella negativa a rajatabla a ponerte unas blusas que te trajo tú tía Mildred bajo el argumento que “eso es de varón”, con apenas 3 años de edad.  

Tú forma de ser te permitió  ganarte el aprecio y el reconocimiento de tus amigos, de quienes fuiste centro, pues me parece que no hubo actividad en la cual no te buscaran y con tu ejemplo de vida, eres un faro, pues dejas en ellos un legado que se resume en tus principios y valores.

Coqueta y presumida, siempre exhibiste la mejor imagen que podías, lo que estoy seguro llevó a algunos a no valorar tu sencillez y calidad humana, sin mayor apego que alcanzar los objetivos que te proponías, para lo cual ponías todo tu empeño, logrando sobresalir en  el trabajo, además de los estudios, lo que testimonian ejecutivos y compañeros de Maura, empresa para la que trabajaste hasta ayer. Cuando cumpliste tus 15 abriles, te ofrecí celebración en grande o viajes, pero preferiste la intimidad de tu grupo de amigas inseparables y por su puesto, con Hamlet, quien apareció en tu vida por esos días, único amor de tu vida.

Mi querida Diamela, tu papi parece que ya está viejo o tu partida es tan dolorosa que se me ha hecho más que difícil encontrar las palabras que aquí voy dejando, porque ahora no sé quién me dirá “Hola Papi” o me regañará no combinar bien al vestir o me recordará ir al barbero con tu característico imperativo “papi, tienes que pelarte”.

Me quedé sin los nietos que tanto anhelé de ti, pero la vida es sabia y ahora tengo dos hijos varones, pues me dejaste a tu Hamlet, a tu grillito, quien tanto te ama. Nosotros sabremos darle el consuelo que estas horas difíciles le hacen imposible encontrar y el amor que en ustedes nació, en nosotros no perecerá.

Tu partida es un misterio para todos y los designios del Señor solo Él los conoce, pero en estos momentos de despedida me doy cuenta que apenas te conocí y que la vida, al alejarnos, me quitó mucho de ti, lo que ya es irrecuperable.

Me reconforto con saber que fuiste un alma avanzada, que en tu corta travesía por este mundo terrenal, te convertiste en un Angel.

Tan prematura partida debe tener implícita una lección o un mensaje que el tiempo me permitirá ir descubriendo y me ayudará a compensar tu ausencia.

Tu hermano Luis Leonardo, de quien creías ser su mamá, te ama y valora, y ahora aprenderá mucho de las lecciones de vida que nos dejas. Mi hija, te prometo que lo cuidaré como tú querías, y que buscaré la manera de que estemos más cerca, para que no se me ocurra pensar que a él tampoco lo conozco. 

A tu abuela querida y adorada, la reconfortaré con llamadas y visitas frecuentes, aunque sé que no será suficiente.

Hija querida, en la Morada del Señor adonde ahora  estás, recibe mis bendiciones y las de tu mamá.

Te quiere tu Papi.

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