Entretenido con la lectura del libro de Jeffrey Moore titulado en español “Los artistas de la memoria”, y descrito como “Una novela sobre olvidarlo todo y no poder olvidar nada”, me vino a la mente trasladarme en el tiempo a la infancia cuando el maestro nos ordenaba: “Abran el mataburros y busquen el significado de estas diez palabras”.
Se trataba de un ejercicio diario que tenía como propósito ir agregando términos al lenguaje para ensanchar el léxico de los estudiantes. Para mi sorpresa, algo peligroso para mi corazón añejado con millones de latidos, noté de inicio que, en otras urbes latinoamericanas, el término mataburros se usa para denominar a una defensa metálica, la cual se instala en los parachoques de los automóviles con el fin de protegerlos de los impactos.
Leyendo diarios y mirando vídeos durante el ocio forzado de la pandemia fijé la atención sobre una expresión que decía: “Hagamos América grande otra vez”. La consigna procedía de los Estados Unidos de Norteamérica, nación que en su resaca postelectoral se percibía más como “Estados Desunidos”.
Volviendo a la enseñanza básica recordaba al profesor en la clase de matemáticas repetirnos: “Cuando sumamos o multiplicamos el producto resulta aumentado, en cambio, cuando restamos o dividimos el producto resulta disminuido”.
Ante el evidente choque de mi base educativa con eso de hacer grande dividiendo, busqué auxilio en la Enciclopedia de la Política de Rodrigo Borja para ver si conseguía entender mejor aquello de los “Estados” que tanta confusión creaba en mí.
¡Craso error!
El expresidente ecuatoriano, en el preámbulo de la definición del Estado expresa: “Cuentan que Federico Bastiat (1801-1850) propuso en cierta ocasión que se crease un premio de un millón de francos para quien diera una buena, simple e inteligible definición de la palabra Estado.
Con esto quiso dar a entender el gran teórico del liberalismo económico francés del siglo XIX quien, como buen liberal, tenía muy mal concepto del Estado, lo difícil que resultaba ponerse de acuerdo en esa definición. Dice Borja: “Para el marxismo el Estado es la expresión política del poder de una clase que ha asumido el control de la sociedad.
Las instituciones estatales ejercen la función de asegurar la permanencia de ese poder y de avalar los privilegios económicos que forman parte inseparable de él.
Desde esta perspectiva, el Estado es una entidad “superestructural” que obedece a la división de la sociedad en clases con intereses antagónicos y cuya misión esencial es defender el patrimonio y la posición política de la clase dominante”.
Rodrigo se lanza al ruedo y describe el Estado como constituido por cuatro elementos, a saber: “el pueblo, que es su elemento humano; el territorio, que es su entorno físico; el poder político, que es la facultad de mandar sobre la sociedad; y la soberanía, que es su capacidad de auto obligarse y auto determinarse sin sufrir interferencias exteriores”.
Juan Bosch en su obra “El Estado, sus orígenes y desarrollo”, escribe: “El Estado es el aparato permanente de poder público en cuyas estructuras se acumula el monopolio de la violencia de toda sociedad nacional, sea esa sociedad grande o pequeña, poderosa o débil, rica o pobre.
La creación del monopolio de la violencia es lo que garantiza el dominio totalizante de la clase dominante de un país y debería garantizar también su independencia”
¿Quien define a los Estados fallidos? ¿La Real Academia Española, Google, Alexa, Siri?