Dice no existe TLC entre el país
y Estados Unidos

Dice no existe TLC entre el país<BR> y Estados Unidos

POR EVARISTO RUBENS
El Tratado de Libre Comercio (TLC) negociado entre el país y los Estados Unidos no existe, ya que no ha sido ratificado por los congresos nacionales de ambos países. Esta afirmación la hizo el ingeniero Osmar Benítez, vicepresidente ejecutivo de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), quien afirmó que la agresividad de los norteamericanos, en especial su delegación en la República Dominicana, han sobre-reaccionado respondiendo a instrucciones que reciben.

Expresó que esa reacción es a una situación que es decisión soberana del Congreso Nacional, como la aprobación de la reforma fiscal que incluye un impuesto de un 25% a las bebidas que se fabriquen en el país con sirope de maíz.

Benítez precisó que como ese acuerdo no ha sido ratificado por los congresos dominicano y norteamericano, no existe para los fines legales.

Dijo, además, que el volumen de comercio que hay en el país con el sirope de maíz no es significativo, ya que involucra menos US$200,000 anuales.

Indicó que el TLC representa US$8,000 millones anuales para los Estados Unidos, los que entiende que ese país no va a poner en juego por unos US$200,000.

El vicepresidente ejecutivo de la JAD recordó que los tratados después que son ratificados por los congresos de los países involucrados, tienen un predominio sobre las leyes, a excepción de la Constitución de cada nación.

Señaló que le ha sorprendido la reacción de los norteamericanos sobre el sirope de maíz, lo que atribuyó a las presiones que reciben los negociadores de los legisladores ese país.

Benítez manifestó que la industria del sirope de maíz lo que emplea es entre 8,000 y 10,000 personas, mientras que la industria azucarera dominicana emplea alrededor de 200,000 trabajadores.

Expresó que los norteamericanos deben practicar lo que predican, ya que se presentan como el ejemplo de la democracia en el mundo, por lo que deberían practicar la democracia.

Agregó que, en consecuencia, los norteamericanos deben respetar la soberanía y el derecho de los pueblos a decidir su propio destino.

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