Diciembre dulce, enero amargo

Diciembre dulce, enero amargo

Año Nuevo está a la vuelta de la esquina y puede ser un buen momento para reflexionar acerca de lo que podemos y no debemos hacer. Si algo caracteriza estas fechas es la cantidad de suculentas comidas y cenas que colman nuestras agendas.

Si degustas el menú de Nochevieja en tu casa no tendrás mayores problemas, puesto que lo podrás acomodar a tus necesidades, pero si sales a cenar fuera y el menú ya está predispuesto, lo mejor es leerlo despacio para que elijas lo que realmente te hace bien.
Seleccionar las comidas de prisa puede arruinar tu salud… y tu bolsillo.
En la cena de Año Nuevo suele haber exceso de comida que disfrutamos sin tomar en cuenta las muchas calorías, grasas y azúcares que contienen. En un día común se consumen entre 1500 y 1800 calorías, ¡pero en la temporada de diciembre se ingieren entre 5 y 8 mil calorías diariamente! (representan aproximadamente 6 libras de peso).
El aumento de peso es el máximo responsable de muchos desequilibrios metabólicos, Subidas de tensión arterial, descompensaciones en los niveles de glucosa y de colesterol, episodios agudos de gota, gastritis, gastroenteritis, pancreatitis y cólicos, sumados a haber bebido en exceso y no haber pegado ojo en toda la noche. Realmente, no vale la pena volver a ganar el peso que perdiste durante el año ni arruinar tu salud por tan solo unos días. La mesura y el sentido común no sólo evitan descontroles metabólicos, sino que te permiten disfrutar de estas fiestas sin renunciar a los placeres.
Existe una creencia generalizada de que la diabetes te crea incapacidad para comer en la temporada navideña, y la persona con esta condición se siente extraña en las fiestas familiares, pero esto es erróneo.
La diabetes no te impide tomar parte de las festividades, ni te arruina las navidades si llevas a cabo un mínimo autocontrol y haces un plan definido.
Puedes decidir de antemano lo que vas a comer, servirte alimentos sanos, en porciones pequeñas y trata de no repetir las comidas. Los alimentos al horno o a la plancha son una buena opción. No tenemos que comerlo todo con pan y pudiéramos iniciar la cena con un buen caldo, antes del plato principal.
Puedes construir tu plato con un poco de todos los platillos que te gusten más, pruebas un poco de cada uno, te satisface haberlos probado y no te obligas a comer algo que te haya faltado.
Inclusive, puedes ofrecerte a llevar un plato sano para compartir con la familia. Este sería un regalo diferente, te da la seguridad de poder comer dentro de tus parámetros y das ejemplo de un estilo de vida diferente.
Si acostumbras a dejar siempre un poco de comida en tu plato, quien lo vea entenderá que no deseas comer más, así evitas que te sirvan nuevamente y te demuestras a ti mismo que tienes autodominio. Cualquier platillo que te haya gustado puedes pedirlo para llevar y así disfrutarlo sin culpa al otro día como parte de tu comida normal. Todo eso es posible con un poco de control y fuerza de voluntad.

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