Diciembre para reflexionar

<p>Diciembre para reflexionar</p>

LEANDRO GUZMÁN
Se acerca la Navidad y, como siempre ocurre, generalmente la gente común piensa con razón en su situación económica personal, de la cual depende cómo va a celebrarla. En este mes la gente debe reflexionar profundamente sobre el panorama existente, caracterizado por un evidente desquiciamiento en casi todos los órdenes, puesto que a la crisis eléctrica, a la corrupción, a la delincuencia común, la drogadicción y a la inversión de valores, se le está sumando la crisis interna de los partidos que debilitan la democracia; las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), calificado por Juan Bosch como “policía internacional” para lograr que los países paguen deudas impagables y tomen medidas impopulares; la reiteración de revisiones fiscales, cuyo simple anuncio ha desatado una ola especulativa y de agiotismo que mantiene desesperado al pueblo dominicano, sobre todo a aquellos que tienen ingresos fijos y, peor todavía, a aquellos que ni siquiera ingresos tienen.

Oficialmente se ha dicho que la mentada reforma fiscal no perjudicará a los pobres, pero basta con ir a los mercados que abastecen los productos de las canasta familiar o simplemente ir a una panificadora para comprobar la enorme diferencia, en un término de diez días, entre la factura anterior y la de hoy. Hay casos de productos que han aumentado hasta un veinte por ciento, a pesar de la estabilidad macroeconómica y de que las nuevas leyes impositivas todavía son un secreto de Estado y no han entrado en vigencia.

Uno recuerda a propósito la palabra de Jesús en el Templo, cuando enfrentó furiosamente a los mercaderes por haber convertido la casa de oración en una cueva de ladrones, derribándoles sus mesas a todos aquellos usureros que vendían cosas y cambiaban monedas.

En este diciembre, los primeros que deben reflexionar son los miembros del primer poder del Estado, que es el Congreso, pues sobre ellos caerá la responsabilidad histórica de que muchos se aprovechen y traten de pescar en río revuelto, bajo la falsa premisa de que en tal caso habrá “ganancia de pescadores”.

Los legisladores deben tener muy en cuenta el aspecto político de las propuestas sugeridas por el FMI y lo que eso podría representar en términos de popularidad, sobre todo porque tradicionalmente el mes de diciembre ha sido observado como un período de recogimiento, a propósito de la celebración del nacimiento de Jesús, como para que ahora se transforme en un mes de angustias y penurias para los dominicanos.

Solamente hay que ir a los barrios y hablar con la gente común para darse cuenta del grado de indignación prevaleciente, que se refleja en prolongados apagones, falta de agua en numerosos sitios, la comida escasa y cara y el “chiripeo” prácticamente inexistente.

No hay más que leer las preocupaciones expresadas por nuestros obispos y sacerdotes católicos, para uno darse cuenta de que tanta gente no puede estar equivocada. La Iglesia es, probablemente, la organización que mejores informaciones tiene acerca de la realidad nacional.

En otro aspecto, algo también grave es que se haya escogido el mes de diciembre para dar paso a las confrontaciones al interior de los partidos políticos, situación que bien pudo ser aplazada hasta tanto se resuelvan los problemas existentes entre el gobierno, el Congreso, empresarios y el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyos burócratas, que apenas conocen la idiosincrasia de este país, pretenden dirigir la economía dominicana, ante la permisividad de los más altos estamentos del Gobierno.

En vista de que confiamos en que no hemos perdido la capacidad de raciocinio, llamamos la atención de que todos aquellos a quienes compete resolver los problemas nacionales, para que en vez de agravar la situación que prevalece, agudicen sus sentidos y hagan posible que el nuevo año que se avecina sea un año de esperanza para todos los dominicanos, y que avancemos en el proceso democrático que tanta sangre y lucha ha costado.

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