Dictadura y reforma universitaria

Dictadura y reforma universitaria

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En la página 221 de su libro Historia de la UASD y de los Estudios Superiores, el destacado historiador Franklin Franco, en referencia a los inicios de la llamada Era de Trujillo, expresa lo siguiente: ”Desde antes de su llegada formal al poder mediante el golpe militar de febrero que derrocó al presidente Horacio Vásquez, el general Rafael Leónidas Trujillo Molina reunió a su alrededor, en calidad de colaboradores y asesores, a un nutrido grupo de intelectuales y periodistas de bien ganado prestigio. Algunos de ellos habían participado meses antes, como propulsores a través de la prensa escrita, en la creación del ambiente de descrédito y conspiración que facilitó la caída del viejo caudillo mocano Horacio Vásquez con el levantamiento “cívico” de febrero iniciado en Santiago de los Caballeros, acción ésta, que uno de los integrantes de dicho grupo denominara “la más bella revolución de América”. Esa misma pandilla actuó como cabeza pensante de la campaña electoral que llevó al general Trujillo Molina al poder, y después, como orientadores estratégicos de su dictadura, una de las más crueles habidas en América. Esos intelectuales, a los cuales nos estamos refiriéndonos, según Franklin Franco, “fueron los encargados no sólo de escribir los discursos leídos por Trujillo durante su largo mandato, sino también de trazar la orientación ideológica de su régimen, la cual se cimentó sobre planteamientos que ya habían sido elaborados por la vanguardia intelectual de la oligarquía dominicana que tras la figura de diferentes caudillos y dictadores, gobernó nuestra nación con breves periodos excepcionales, desde 1844”.
Conviene, para los fines de comprender mejor la política educativa puesta en práctica durante la llamada era de Trujillo y lo que en la actualidad aquí sucede en materia de política educativa, delinear los principales paradigmas establecidos por los mismos ideólogos que sirvieron de armazón y guía a una de las más crueles dictaduras habida en América.
El 31 de diciembre de 1931, el doctor Pedro Henríquez Ureña regresó al país e inmediatamente tomó posesión del cargo de Intendente General de Enseñanza. Unas de las primeras disposiciones de su mandato en el orden administrativo fue la creación en enero de 1932 de una Facultad Libre de Filosofía y la elaboración de un Plan de Reforma de la Educación, proyecto en que venía trabajado desde la Argentina, desde el momento en que recibió la noticia de su designación como Intendente General, cargó éste equiparable a lo que es hoy ministro del área. Antes de cumplir dos meses en su cargo, Pedro Henríquez Ureña, en su carta de fecha 8 de febrero de 1932, dirigida al Secretario de la Presidencia fijó su posición sobre la autonomía de la Universidad Primada de América, reclamo que venían sosteniendo los estudiantes de esa institución de estudios superiores: “Soy partidario, en principio, y de hace mucho tiempo, de la autonomía de las universidades, asunto sobre el cual hice versar mi tesis de abogado en la Facultad de Derecho de México. Pero soy partidario de la autonomía cuando puede ser completa y efectiva. De lo contrario, creo preferible atenerse a la realidad, no declarar autónoma a una universidad que no lo es. La Universidad de Santo Domingo, para tener autonomía necesitaría tener fondos propios en forma de bienes raíces, acciones de empresas, etc., o por lo menos tener asignado en el Presupuesto Nacional el producto de un impuesto que no podría dedicarse a otros fines que los universitarios. Faltando esto, la autonomía de la Universidad sería ficticia y, contando en el papel, estaría sin embargo expuesta a violaciones, y las sufriría con frecuencia.

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