Desde hace siglos, se viene difamando y calumniando a las personas; los libros nos han mostrado cómo se utilizaban diferentes métodos para injuriar, desde pasquines o panfletos que eran tirados a las calles donde se hablaba de una persona con motivo de hacerle daño.
Con la llegada de las redes sociales, esto se hace más fácil, pues cualquiera con una publicación puede calumniar, incluso tratarse da una idea falsa de un acontecimiento y, a través de ese comentario, hacer dudar a las personas que los siguen, y más si es un influyente.
Mientras se desarrollaba el partido de la final del Mundial de Fútbol en Catar 2022, entre Francia y Argentina, observaba las diferentes redes como Twitter, Facebook e Instagram, y noté en ellas cómo algunos especialistas escribían sobre el resultado de la primera mitad, donde Argentina ganó 2-0.
Algunos comentaron que la selección de Francia no había llegado al estadio donde se estaba desarrollando el partido; otros afirmaban que el partido había sido arreglado para que ganará Lionel Messi, y esto sembró dudas en algunos de los seguidores, especialmente en México, que son algunos de los más críticos en materia de fútbol.
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En cualquiera de los segmentos informativos del mundo, se crean controversias alrededor de figuras políticas, artísticas y deportivas, llegando a millones de internautas en un santiamén. Entonces, el problema es cuando, tras haber hecho las acusaciones falsas, al rectificar, ya no llega a todas las personas que alcanzó la difamación, por lo que queda un rastro de duda sobre la honorabilidad del afectado; pululando en el aire.
Estas acciones suelen conocerse como «calumnia, que algo queda», la cual es una expresión del filósofo y escritor inglés Francis Bacon en su obra del 1625, «De la dignidad y el crecimiento de la ciencia» (De Dignitate et Argumentis Scientiarum) en la que refiere: «Calumniad con audacia; siempre quedará algo».
Otros autores dicen que la expresión recogida por Bacon no era más que un antiquísimo dicho popular en latín: ‘Calumniare fortiter aliquid adhaerebit’. La calumnia se adhiere fuertemente; algo que él había adaptado en su mencionado libro.
También, existen otras obras en el teatro como «El barbero de Sevilla», y la titulada «La precaución inútil» que Pierre-Augustin de Beaumarchais escribió en el 1775, y que aparecía en la forma «Calomniez, calomniez, il en reste toujours quelque chose» (Calumnia, calumnia, siempre queda alguna cosa); posteriormente, en el 1810, la frase alcanzó el cenit de popularización tras ser incluida por el célebre compositor italiano Gioachino Rossini en su ópera «El barbero de Sevilla» (basada en un libreto de Cesare Sterbini que se basó a su vez en la obra de Beaumarchais).
En nuestro país, se usa muy seguida, tanto en el mundo político como en el espectáculo, pues los rumores siempre están acusando a determinadas figuras sobre su accionar de vida.
La realidad es que siempre quedará la duda de lo que se dice, pues algunos se quedan con la información si es cierta o una calumnia.