Hoy 
Más allá de la segmentación que arrojan estadísticas gubernamentales, cambiantes según la técnica que se prefiera para contar a los pobres, la inconformidad con la situación económica expresada a través de encuestas de toda fiabilidad: 68% la cree mala o muy mala (Gallup-Hoy) demuestra que el ingreso de las mayorías está desigualmente repartido. Que además de faltarles dinero para vivir decentemente a las familias del más bajo nivel, las de más arriba, de expectativas y consumos también superiores, experimentan frustración. Las cuentas no les cuadran en un país en el que muchos asalariados obtiene un inferior poder adquisitivo, desde las categorías mínimas obligatorias hasta las que se promedian para todos que apenas llegan a 15 mil pesos mensuales.
La realidad destruye el mito de que ascender a la baja clase media equivale a redimirse de precariedades, menos si para hacer aparecer a mucha gente como superada de pobreza existe una fórmula aritmética sin rigor que permite atribuirles bienestar a personas de baja remuneración. Un esfuerzo del populismo que quiere seducir a las masas y a sus desinformados. En la visión oficial que reduce la estrechez de emolumentos a 20% de la población, de cada cinco dominicanos que uno encuentra cuatro viven en holgura aunque luego digan a encuestadores, como ha ocurrido ahora, que su realidad es dura y que el futuro sigue ensombrecido.
Los actos que dañan imagen
La poca confianza que en encuestas refleja la población en “su” Policía Nacional es la cruda indicación de que a través del tiempo muchos comportamientos individuales de sus miembros han sido los peores enemigos del buen crédito de la entidad que debe encarnar la función protectora del Estado en materia de seguridad ciudadana.
Para que la propia institución tenga que estar echando continuamente de sus filas a individuos por mala conducta, participación directa en la delincuencia o en complicidad o sometiendo a un oficial superior por alegada violación de una menor en pleno destacamento, tiene que haberse dado previamente una deficiencia de reclutamiento, de comprobación de antecedentes, evaluación mental, preparación de recursos y vigilancia sobre conductas del personal en todos los grados y rangos.
