Difusidad e inconsistencia
de rol-status en la AMET

Difusidad e inconsistencia<BR>de rol-status en la AMET

RAFAEL ACEVEDO
Estoy convencido de que la AMET carece de un concepto filosófico operacional de si misma en cuanto organización, y que su personal sufre, entre otras dolencias, de lo que en sociología se denomina «inconsistencia de status». La deficiencia conceptual se puede resumir como lo que se conoce en teoría organizacional como visión, misión y objetivos, aunque no es cuestión de meros enunciados superficiales sobre enfoques y propósitos que solo existan en el papel.

Para empezar, la AMET parece adolecer de gran confusión acerca de cuál es su principal función: qué es primero, si ayudar a que los transeúntes se trasladen en forma expedita y segura por las vías públicas, o si poner orden en dichas vías procurando que los conductores lleven puestos los cinturones, o dedicarse a estar por ahí, para franquearle el paso si viene un jefe, o sólo por si ocurre algo que él, de su propia cuenta, entienda que le compete. Debería estar claro que esta entidad no tiene ni tendrá nunca capacidad para hacer tantas cosas, terminando, como ahora, haciendo ninguna bien.

A mi juicio, la misión principal de la AMET consiste en hacer que el tráfico fluya con seguridad, que haya la menor pérdida de tiempo y la menor cantidad de incidentes y accidentes en las vías. Un agente debe concebirse a sí mismo como un arriero que ama a su recua o manada, que quiere que ésta llegue pronto y segura a donde está su comida y su reposo, que es lo mismo que la gente hace al transitar por calles y carreteras, ¡buscárselas!

En el trasfondo de la AMET hay una ambigüedad de propósitos, porque ésta surgió fundamentalmente para franquear la vía a los buses de la OMSA, y al esta última resultar inoperante, la AMET quedó como en una especie de limbo; aunque esto no pareció ser problema, porque prontamente se la usó para sustituir al corrupto y macutero Departamento de Tránsito de la Policía.

Por otra parte, los agentes de la AMET fueron reclutados de las mismas filas de los cuerpos armados, por lo que heredaron parte de la tradición autoritaria y represiva de esos órganos, una tradición que tiene mucho de «orgullo armado» que se frustra trágicamente ante los fallidos intentos de aplicar su autoridad a tantos militares que son choferes o propietarios de vehículos de transporte público, y de cuelloblancos con derecho a insulto que los humillan desde sus poderosas todoterrenos.

Es así como lo que tenemos en la calle es a una persona armada y uniformada que representa la autoridad pero que no tiene cómo ejercerla, excepto para importunar al ciudadano cándido y respetuoso, o fajarse de hombre a hombre, si puede y se atreve, con un tigueraso chofer de voladora.

La inconsistencia de status suele ser peligrosamente frustratoria, y dar origen a conductas agresivas, y a mecanismos compensatorios consistentes en fastidiar al que puedan o a no tomar en serio su trabajo.

Hasta que la AMET no sea redefinida y clarificada en su rol- status, no podrá estar en condiciones de hacer minimamente su trabajo, el cual, aún con todo, seguirá siendo para titanes en un país institucional y culturalmente caótico. Esto aparte de que la AMET parece no tener dirección ni supervisión desde la Jefatura de la Policía ni desde ninguna parte.

Por este análisis es por donde hay que empezar, para definir y acaso separar las funciones de pastoreo o «arreo» de los agentes, y las funciones de vigilancia y aplicación de sanciones a violadores. El agente arriero debe ser un profesional de la conducción, un ordenador amigable, un educador. Esta función debe ser apoyada por la de vigilancia motorizada, que esté persiguiendo infractores. No la persecución caprichosa seudoselectiva de infractores, sino de acuerdo a un reducido número de prioridades para mejorar la seguridad y la fluidez de la circulación. Jamás para estar cobrando impuestos o persiguiendo ridiculeces, aunque tales estén contenidas en las leyes de tránsito.

Pero antes que todo esto, como dije en el artículo anterior, hay que solucionar primero lo de la viabilidad estructural y la señalización de las vías. Lo de la educación es vital, pero entiendo que estas cosas son prioritarias.

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