Digamos no al desorden

Digamos no al desorden

La disparidad de criterios en torno a la observación de la ley con la que se pretendía convertir loma Miranda en parque nacional no debe expresarse con medios incivilizados, violentos y con los cuales no está de acuerdo la mayoría de los dominicanos. Y más aún cuando la decisión tomada no significa en modo alguno que loma Miranda ha quedado abierta a la explotación. Convocar a manifestaciones de desobediencia cívica es una forma de llamar a la perturbación de la paz y entorpecer la marcha de la maquinaria de producción. La decisión que desmontó con sólidos argumentos jurídicos el acto, también jurídico, que fue la ley sobre loma Miranda fue un ejercicio de institucionalidad en que se emplearon los instrumentos que la Constitución y las leyes ponen en nuestras manos.

Las decisiones sobre el estatus de loma Miranda no pueden ser tomadas como pretexto para convocar actos de rebeldía inoportunos y sobredimensionados. Esto solo encaja en la metodología de ciertos grupos que procuran ganar capital político con la violencia. El pueblo dominicano, con la sensatez que le caracteriza, debe hacer caso omiso a estos desproporcionados propósitos. Hay métodos de lucha que, sin el aderezo de la violencia, tienen la virtud de lograr grandes objetivos. La inversión del 4% del PIB en educación le fue arrancada al Estado con procedimientos que, siendo caballerosos, hicieron comprender el peso de la razón. Digamos no a la violencia.

Mirando hacia el futuro no lejano

Hoy somos testigos de presiones sociales que alguien, años atrás, debió haber previsto con precisión axiomática. La presión de la demanda insatisfecha de trabajo se perfila como una bomba de tiempo, en términos de perturbación social. Esto debió estar previendo para un porvenir no muy lejano el joven empresario Juan B. Vicini, con su llamado a invertir en la zona fronteriza para hacerle frente a la demanda de trabajo de dominicanos y haitianos.

En actitudes como esa consiste la visión de futuro. Si lo que tenemos hoy en nuestra realidad social pudo haber sido previsto años atrás, se da por descontado que hoy, atendiendo a las constantes sociales de la situación actual aquí y en Haití, es posible pronosticar lo que este joven empresario está advirtiendo. El país necesita que la inversión en la frontera sea un instrumento de desarrollo binacional que aligere las presiones que están a la vuelta de unos años.

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