Diógenes Céspedes: primer crítico literario en recibir el Premio Nacional de Literatura como reconocimiento formal

<p>Diógenes Céspedes: primer crítico literario en recibir el Premio Nacional de Literatura como reconocimiento formal</p>

Señoras, Señores:
La comunidad cultural festeja hoy la entrega al ensayista y crítico literario Diógenes Céspedes del Premio Nacional de Literatura, reconocimiento supremo de las letras dominicanas.

Poetas, narradores, ensayistas, dramaturgos e historiadores del arte y del patrimonio cultural dominicano, habían alcanzado hasta hoy esta presea que honra la obra de toda una vida en el elevado oficio de la escritura. Esta noche asistimos, por primera vez, a la concesión formal de este reconocimiento a un crítico literario, con lo cual el jurado actuante, que me honro en presidir, ha comenzado la tarea de reconocer a oficiantes literarios que actúan desde otros géneros y desde otras perspectivas tan trascendentes y vitales para el ejercicio literario como lo pueda ser la poesía o la narrativa.

De este modo, la crítica literaria –que Diógenes Céspedes ayudara a fundar a través de nuevas corrientes de pensamiento analítico, con un nuevo método y desde una visión completamente novedosa y profunda- se eleva en el reconocimiento que hoy entregamos como área vitalísima del trabajo literario digna de ser tomada en cuenta a la hora de evaluar la hoja de vida de un profesional de las letras.

Como en su momento habrán de serlo, necesariamente, otras maneras de enfocar y crear el hecho literario, la crítica literaria entra hoy al espacio consagratorio de este galardón, de manos de quien ha sido sin dudas una de sus voces pioneras en la manera y forma de ejercer ese oficio tan necesario y valioso para examinar el discurso literario, desde una estrategia centrada en su discurrir ideológico, en tanto define ese discurso la inserción del sujeto y su predicamento cultural en sus propias tensiones y contradicciones, como comenzó a mostrárnoslo el escritor que hoy recibe este premio desde hace treinta años.

Diógenes Céspedes nos introdujo a los dominicanos en lo que otros definirían como «la pasión por el concepto», lo cual equivale, conforme su propia definición, «a la búsqueda de la racionalidad de una teoría…hacia la crítica, en primer lugar, de la teoría del signo, sin importar la predilección anclada en la subjetividad al escoger a uno u otro autor» (DC: «Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el Siglo XX», UASD, 1985).

Su gran tarea sin equívocos, fue inducirnos a leer y enjuiciar el hecho literario desde perspectivas diferentes a las que la crítica previa nos había mostrado, invitándonos a ir más allá de lo que en su impronta directa y en su revelación creadora el poema, la narrativa o el ensayo histórico nos decían, para adentrarnos, desde una estrategia fundadora en nuestra historia literaria, en la ubicación del análisis del discurso intelectual dominicano desde una poética donde «salen a flote las políticas y las ideologías que fundan esos discursos a fin de saber de donde vienen y hacia dónde van, y contra qué se inscriben o qué refuerzan, consciente o inconscientemente». (op.cit. p.13).

Para llevar a cabo esa tarea era necesario poseer un instrumental de análisis basado en concepciones radicales sobre el hecho literario, sus matices, alcances, valoraciones y consecuencias, y Diógenes Céspedes hizo uso de esas herramientas de enjuiciamiento, desde los dominios que su formación académica ayudara a forjar, donde el discurso comenzó a ser, de modo casi exclusivo, el elemento sustancial de su labor crítica.

Pocos recordaron el año recién pasado que esa tarea comenzó de alguna manera con sus «Escritos críticos», publicado en 1976, lo que quiere decir que en el 2006 se cumplieron treinta años del inicio de esa intensa vida en la literatura y para la literatura de Diógenes Céspedes, por lo que la consagración que implica este premio que hoy recibe, constituye un homenaje a esos tres decenios de entrega permanente al ejercicio crítico y a la forja de un haber analítico fundador que la literatura dominicana celebra y reconoce.

A partir de entonces, Céspedes no ha cesado de crear un espacio de reflexión continua sobre el hecho literario dominicano, desde la perspectiva del discurso, y bajo el examen del mismo en su propio y determinante contexto epocal.  Para esa labor, se ha construido un canon valorativo propio, que modificó sin duda alguna la manera de entender la trascendencia del quehacer literario nuestro, lo que necesariamente debía ocurrir no sin tropiezos, pues casi siempre su análisis ha producido enfrentamientos con otras posturas poéticas, históricas o filosóficas, o ha creado escozor e incomprensión en no pocos.

No es para menos, pues sus estudios poéticos y sus análisis de los discursos literarios o filosóficos, partían de concepciones esencialmente revolucionarias, por cuanto los mismos entablaban un diálogo con la obra literaria y su sujeto creador desde perspectivas que, en su momento, y aún hoy, resultan singulares en la historia de la crítica literaria dominicana.

Sus tesis partieron siempre del texto, como elemento concreto de la acción crítica, y las conclusiones a que arribara en el enjuiciamiento del texto y sus signos crearon un corpus investigativo excepcional, que de alguna manera él denominaría en uno de sus libros, «la aventura de la indagación».

Esa «aventura» no fue, sin embargo, una simple andadura sobre los textos, sino una auténtica valoración sobre los alcances ideológicos del discurso y, sobre todo, digámoslo de una manera más directa, una comprometida evaluación sobre la concepción de la poesía y el lenguaje, que introdujo una nueva manera de leer la literatura dominicana y de situarla dentro de su marco epocal y dentro de su singladura histórica, ajeno a subjetividades, escarceos personalistas o ditirambos fijados por la retórica o la simple complacencia.

Sus caminos no sólo se construyeron sobre la literatura dominicana, sino que también se empleó a fondo en «los discursos más significativos que sobre la poesía se han producido en América Latina en este siglo», obligándonos a todos los que hemos sido desde años sus firmes lectores, a conocer y valorar la «relación indisoluble» del discurso literario «con las concepciones que los autores de esas teorías postulan acerca del sujeto y lo social, el individuo y el Estado, el discurso y el sentido, la filosofía y la traducción» (DC: «Política de la teoría del lenguaje y la poesía en América Latina en el siglo XX», UASD/La Trinitaria, 1994).

Treinta años después de que Diógenes Céspedes iniciara su trayectoria en el campo de la crítica literaria, y desde que a partir del decenio de los ochenta nos enseñara a todos el método de la poética como formato nuevo de análisis del discurso literario, su obra ha hecho un tránsito renovador que le permite ascender a la inmortalidad que esta presea máxima de las letras nacionales otorga a quienes la reciben.

Más de veinte libros afirman de manera rotunda y definitiva, como hoy lo pretende dejar afirmado este premio, que Diógenes Céspedes ha sido el introductor de un nuevo método en el ejercicio de la crítica literaria en la historia toda de la literatura dominicana, ese método de la poética que ha sido sin dudas, «un camino nuevo del análisis de los textos literarios y los signos semióticos de la sociedad» (DC: «Ensayos sobre lingüística, poética y cultura», Ediciones Librería La Trinitaria, 2005).

Sus obras han de ser, con toda seguridad, parte fundamental de las lecturas de todo hombre o mujer que se interese por conocer a profundidad los alcances y la trascendencia de la literatura dominicana y latinoamericana. Bástenos señalar cinco de ellas que son, para nosotros en particular, obligadas lecturas y relecturas, de consulta y de gozo del conocimiento y valoración didáctica que ellas nos señalan, como son: «Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el siglo XX», una verdadera revolución analítica en su momento; «Ideas filosóficas, discurso sindical y mitos cotidianos en Santo Domingo», una obra fundamental en su haber bibliográfico; «Estudios sobre literatura, cultura e ideologías», que precedió a las anteriores; «Política de la teoría del lenguaje y la poesía en América Latina en el siglo XX», segunda parte de la investigación que diera lugar a la primera obra señalada en esta enumeración; sus «Ensayos sobre lingüística, poética y cultura», reeditados en el año 2005; y, un libro estremecedor, original, aportador, como lo ha sido sus «Memorias contra el olvido», su autobiografía literaria.

Sin menoscabo de las demás, que me son todas valiosas y que he leído a cabalidad, como seguidor de la trayectoria de este gran intelectual nuestro, dejo constancia de mis preferencias, en tanto son libros que me han enseñado a evaluar y valorar la literatura dominicana desde una visión de método y examen ideológico que constituye hoy el más señero estandarte de elevación de Diógenes Céspedes como una de las figuras intelectuales más sólidas y coherentes de toda nuestra historia cultural.

Al presentar a Diógenes Céspedes esta noche nuestros saludos de admiración y respeto por su obra renovadora y sustancial, anuncio complacido el propósito de la Secretaría de Estado de Cultura de producir un programa de conferencias de este valioso hombre de nuestras letras por distintos puntos del país y del exterior, dentro de nuestro programa Corredor Cultural, a fin de que sus ideas sean conocidas y valoradas por la juventud dominicana, en un  marco de abierto pluralismo como es el que define el señalado programa que se maneja bajo la organización de nuestra Dirección General del Libro y la Lectura.

Del mismo modo, informo que la Dirección General de la Feria del Libro ha programado para la celebración de la Feria Internacional del Libro, que este año arriba a sus primeros diez años de fundación, un ciclo especial para el estudio de la labor literaria de tres grandes de nuestras letras, dos de ellos de quienes recordaremos su centenario de nacimiento: el crítico literario Pedro René Contín Aybar y el poeta Manuel del Cabral, y a quien se hace merecedor del Premio Nacional de Literatura de este año Diógenes Céspedes. Ellos tres, junto al gran poeta Franklin Mieses Burgos, a quien se le dedica la Feria del Libro de este 2007 en el centenario de su nacimiento, constituyen el grupo de nuestros escritores que merecerán ser objeto de atención especial en nuestro más grande acontecimiento cultural anual.

De esta manera, creemos que rendimos un tributo de admiración y reconocimiento sincero al gran escritor y figura señera de la crítica literaria dominicana, a quien esta noche entregamos el premio mayor de las letras nacionales.

La Secretaría de Estado de Cultura que junto a la Fundación Corripio organiza este lauro, se siente complacida de haber sido parte del jurado que seleccionara por decisión unánime a Diógenes Céspedes como recipendiario de esta magna presea.

Diógenes: lámpara votiva de la crítica literaria nacional, recibe hoy el Premio Nacional de Literatura, que consagra una obra que, como la tuya, ya había sido consagrada por los lectores que aprecian los servicios que has brindado por tres décadas a la cultura dominicana. Y con este premio, recibe el reconocimiento y la gratitud de todo el país cultural que valora tus singulares aportes al desarrollo de una nueva valoración y de un nuevo contenido crítico de la historia literaria de la República Dominicana.

Teatro Nacional Eduardo Brito, 20 de febrero 2007

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